Hay rostros que es imposible disociar de la gran pantalla. Es el caso de Marilyn Monroe, Bette Davis o Katharine Hepburn. ¿Quién olvidará el grito en la ducha de Janet Leigh en Psicosis? ¿Y a King Kong agitando a Ann Darrow, Jessica Lange o Naomi Watts? Siempre recordaremos el pastel de Octavia Spencer en Criadas y señoras, los chillidos despavoridos tras la puerta de Shelley Duvall en El Resplandor, las obsesiones literarias de Kathy Bates en Misery, los puñetazos de Hilary Swank en Million Dollar Baby o la desmemoria de Julianne More en Siempre Alice. Incluso la actriz oscarizada en la última edición de los célebres galardones de Hollywood, Frances McDormand, ya nos había conquistado en su papel de sheriff embarazada en Fargo. La historia del cine nos ha obsequiado con decenas de títulos con una interpretación femenina inolvidable. Este breve repaso es solo una muestra del potencial de algunas de las mejores actrices de nuestra era, y también de otras que son ya atemporales.
1. Vivien Leigh — Un tranvía llamado Deseo (1951)
Basada en la obra teatral de Tennessee Williams, Elia Kazan dirige a un par de actores extraordinarios: Marlon Brando y Vivien Leigh. La joven actriz, que ya se había alzado con el Óscar por su papel de Escarlata O’Hara en Lo que el viento se llevó (1939) se pone frente a las cámaras con total entrego para encarnar a la desquiciada Blanche DuBois. No le resultó difícil, sin embargo, pues ya había desempeñado este papel en los teatros londinenses. Concebida como una tragedia griega, Leigh encarna a una mujer desquiciada del sur de los Estados Unidos que viaja a casa de su hermana tras un desengaño conyugal. Allí experimenta el peso de sus propios prejuicios morales y se enfrenta a su cuñado, un proletario polaco que se opone a todos sus ideales de buena familia. La tensión y la atracción va en aumento hasta que salen a flote todos los sentimentos encontrados de DuBois, que termina internada en una institución mental. Antes, nos lega una frase para la posteridad: «Siempre he dependido de la amabilidad de los extraños».
2. Elizabeth Taylor — La gata sobre el tejado de zinc (1958)
Oscariza por sus intervenciones en la fallida Una mujer marcada (1960) y ¿Quién teme a Virginia Woolf? (1966), Liz Taylor se ha convertido en una musa del cine estadounidense, icono de un Hollywood dorado repleto de estrellas maltratadas por las ambiciones, el dinero y la fama. Su prolífica carrera la curtió como una de las intérpretes más reconocidas en su época, tanto por su belleza como por su talento escénico. En el caso de esta adaptación del dramaturgo Tennesse Williams dirigida por Richard Brooks, se bate en duelo actoral con el también brillante Paul Newman. El matrimonio en la ficción se reúne junto a otros parientes en la casa sureña del patriarca ante su inminente muerte. El ambiente de crispación va en un aumento cuando Brick, un alcohólico deprimido, se resigna a la apatía. Maggie, en cambio, se niega a contemplar su propia destrucción. La fuerza de los diálogos y la persistencia del personaje femenino fueron la base de uno de los mejores trabajos de Taylor.
3. Emmanuelle Riva — Hiroshima, mon amour (1959)
El cine de Nouvelle Vague nos regaló algunas de las mejores interpretaciones femeninas de todos los tiempos. Entre ellas, destaca la aportación de Emmanuelle Riva de la mano de Alain Resnais, en este drama que une Japón y Francia a través de un romance improbable. El guion, a cargo de la escritora Marguerite Duras, rezume una belleza que sin duda sirvió como aliciente para que su actriz protagonista constryera una personaje sensible, fuerte y trufado de matices. Lo que podría parecer un idilio fugaz entre una joven actriz francesa y un japonés se convierte en un pretexto para indagar en el pasado de ella, en viejos amores imposibles y en deseos tan profundos como complejos. Todo ello, además, con el drama nuclear como telón de fondo. La misma actriz nos honraría, más de cinco décadas después, con otro papel desgarrador e imprescindible: el de Anne, la anciana protagonista de Amour (Haneke, 2012).
4. Audrey Hepburn — Desayuno con diamantes (1961)
En ocasiones, resulta complicado distinguir si un personaje pasa a la historia por la caracterización del papel o por la fuerza interpretativa que permite que cobre vida por sí mismo. En el caso de Audrey Hepburn es muy probable que el escenario que se dé sea una combinación de ambas vertientes. Y si nos referimos a Desayuno con diamantes, la adaptación cinematográfica de la novela de Truman Capote por parte del director Blake Edwards, la teoría se vuelve palpable. La extravagancia del personaje, su elegancia, el icónico vestuario con el collar de perlas y la boquilla por la que Hepburn traga el humo de su pitillo son algunos de los elementos que han sobrevivido al tiempo. Aunque siempre encantadora y risueña, ninguna película rezuma la frescura de la intérprete como esta, salvo quizás Vacaciones en Roma (1953).
5. Diane Keaton — Annie Hall (1977)
¿Quién no se ha enamorado alguna vez de Annie Hall? O mejor aún: ¿quién no ha soñado con convertirse en ella? Su estrafalario vestuario, con sus camisas, sombreros y corbatas y su peculiar forma de conducir han llegado hasta nuestros días gracias a una película que lleva su nombre, y que sorprende por su increíble poder hipnótico y su desternillante comedia existencialista todavía hoy en día. Todas las frases, gestos y miradas de Woody Allen están dispuestos para hacer brillar a Diane Keaton, que deslumbra en este papel de mujer moderna que aún no sabe lo que quiere, pero que no está dispuesta a ser consumida por la jungla de asfalto neoyorquina. Desde la escena de las langostas hasta el partido de pádel, cada una de las secuencias en las que interviene Keaton se elevan a otro nivel. Y nos recuerda que todos estamos igual de perdidos en el mundo. Solo que los locos lo llevan mejor.
6. Meryl Streep — Los puentes de Madison (1995)
Streep es la actriz con más nominaciones al Óscar, sumando un total de 21. En su haber cuenta con tres estatuillas, por sus respectivos trabajos en Kramer vs. Kramer, La decisión de Sophie y La dama de hierro. No cabe duda de su portento como intérprete, tal vez la más versátil y convincente de la actualidad. Ha encarnado a despiadadas directoras de revista de moda, a brujas del bosque, a madres cantarinas, a cocineras televisivas e incluso a intrépidas rockeras. Sin embargo, uno de sus roles más queridos es el de esta ama de casa en Los puentes de Madison, un remoto condado en el que vive cuidando de su familia tras haber renunciado a sus sueños. Cuando llega un fotógrafo, encarnado por Clint Eastwood, sale de su rutina y recuerda la mujer que una vez fue. Ambos viven un romance de madurez que parece imposible.
7. Kate Winslet — Titanic (1997)
Pese a sus detractores, este melodrama romántico marcó a toda una generación y creó un imaginario en torno al hundimiento del Titanic, elevando a espectáculo cinematográfico uno de los sucesos históricos más trágicos de la navegación del siglo XX. La joven pareja protagonista, Kate Winslet y Leonardo DiCaprio, se convirtieron en un fenómeno de masas que enamoraron al público. Uno de los miembros de la pareja, no obstante, hace un esfuerzo mucho más notable en esta cinta. Nos referimos a Winslet que, pese a su juventud, afronta su papel con serenidad y lo borda con múltiples matices. A lo largo de su carrera, ha demostrado una y otra vez su torrente interpretativo, desde Sentido y sensibilidad o The Reader hasta Steve Jobs o Wonder Wheel.
8. Nicole Kidman — Dogville (2003)
El siempre polémico cineasta danés Lars Von Trier se pasa a la dirección de grandes estrellas de Hollywood acompañado por Nicole Kidman, entregada en esta historia sobre un pueblo ficticio que representa lo peor de Estados Unidos, el racismo y el enfrentamiento humano, donde no todo es lo que parece y la bondad es solo aparente y caduca. El filme transcurre en un solar vacío en el que en lugar de decorados y viviendas se extienden unas cuantas líneas por el suelo que delimitan los espacios. De este modo, recae sobre la actriz australiana casi todo el peso de la trama. Se trata de un papel en el que la expresión no verbal y el tratamiento del cuerpo adquieren una importancia inusitada. Kidman, todavía lejos de una crisis profesional que la relegaría a un segundo plano de Hollywood y de la que ya ha conseguido reponerse, nos ofrece aquí una interpretación magistral.
9. Penélope Cruz — Volver (2006)
Es quizás una de las actrices españolas más sobrevaloradas y, pradójicamente, infravalarodas del panorama internacional. La irregularidad de su trabajo, en especial en su etapa norteamericana, le ha merecido un buen puñado de detractores. No obstante, también nos ha deleitado con grandes interpretaciones que perdurarán en la memoria. Una de ellas bajo la dirección de un director tan polémico como ella, el manchego Pedro Almodóvar. En Volver nos encontramos con una Penélope Cruz madura, capaz de afrontar el destino de su personaje y ponerse a la cabeza de una trama de venganzas, pasiones y reencuentros maternofiliales. Volver es, sobre todo, una historia de perdón. Y nosotros se lo perdonamos todo a esta Penélope Cruz en plena forma.
10. Rachel Weisz — Ágora (2009)
Nos quedamos en territorio nacional, esta vez bajo el amparo de Alejandro Amenábar. Tras su exitoso encuentro con Nicole Kidman en Los otros, el cineasta se pone al frente de un proyecto que amalgama historia de la Antigüedad, Hipatia de Alejandría, personajes imponentes y uno de los dramas más graves para la cultura y el pensamiento occidental. De nuevo, es una gran estrella de Hollywood el rostro conocido de su cartel y, otra vez, Amenábar consigue sacar lo mejor de ella. Aunque ya había deslumbrado a la crítica en El jardinero fiel (2005), por la que ganó un Óscar, esta vez se hace con el cariño del público por su proeza interpretativa, capaz de retrotraer al presente una figura femenina olvidada. La británica ha repetido la hazaña en cintas como Langosta o La favorita, ambas dirigidas por el griego Yorgos Lanthimos, o Youth, de Paolo Sorrentino.
11. Natalie Portman — Cisne negro (2010)
Darren Aronofsky compone un drama psicológico que, al tiempo que disecciona las pugnas interna de una compañía de ballet, nos habla de la violencia del mundo. El clima irrespirable al que se somete la protagonista la empuja a la locura. La cúspide de su carrera artística como bailarina está a punto de acabar con ella y con los que la rodean. Natalie Portman se entrega a este personaje con pasión, combinando los momentos de delicadeza con otros pasajes que destacan por su conducta maníaca. Todo ello aderezado con la música de El lago de los cisnes y una competitividad extrema que conducirá a Nina a su propia autodestrucción. Sin duda, es una de las interpretaciones de nuestro siglo.
12. Anne Hathaway — Los miserables (2012)
Hace exactamente 20 años que la conocimos en Princesa por sorpresa, haciéndose un hueco en la industria por la puerta grande, de la mano de Julie Andrews. Desde entonces, Anne Hathaway se ha dado a respetar con películas como Interstellar, Colossal o La joven Jane Austen, y la hemos visto moverse con soltura por grandes taquillazos (El caballero oscuro) o comedias desenfadadas (Amor y otras drogas). Al margen del notable cambio físico al que se sometió para interpretar a este personaje, su apoyo como actriz de reparto es una vértreba fundamental de la adaptación musical por Tom Hooper de la novela de Victor Hugo. Se le agradece no caer en los excesos en medio de una producción un tanto ampulosa y emocionalmente exhaustiva, muy del gusto anglosajón.
13. Jennifer Lawrence — El lado bueno de las cosas (2012)
El mismo año que Hathaway se alzó con el Óscar a la mejor actriz de reparto, Lawrence hizo lo propio con la estatuilla dorada a mejor actriz protagonista. Salimos del ámbito del drama para adentrarnos en una comedia, eso sí, con algunos tintes amargos. La modesta cinta de David O. Russell hizo historia al recibir las nominaciones de mejor película y mejor guion, además de candidaturas para todos sus intérpretes: Bradley Cooper, Jacki Weaver y Robert De Niro. La presencia de una joven Jennifer Lawrence, que durante algunos años se mantuvo entre las actrices más queridas por la Academia, es casi siempre eléctrica y turbadora. Además, plasma la problemática de los trastornos mentales sin caer en el melodrama. También ha sido nominada por sus intervenciones en Winter’s bone (2010), La gran estafa americana (2013) y Joy (2015), estas dos últimas con el propio Russell. Pese a sus dudosas elecciones en los últimos años, sigue siendo una de las jóvenes actrices más prometedoras.
14. Cate Blanchett — Blue Jasmine (2013)
Elisabeth, Babel, El cursioso caso de Benjamin Button o Carol (fantástica en este drama lésbico junto a Rooney Mara) son algunos de los títulos por los que Cate Blanchett es ya una de las actrices consagradas de Estados Unidos y del mundo entero. Sin embargo, en esta película de Woody Allen que le mereció el Óscar se pone contra las cuerdas con un personaje arriesgado, fuera de su zona de confort. Jasmine es una mujer rica acostumbrada al glamour de las altas esferas neoyorquinas que de pronto se ve sin casa ni dinero. Por eso se traslada a San Francisco, donde vive su hermana (Sally Hawkins) con su pareja, y se pasa los días tomando antidepresivos y rememorando los viejos tiempos en Manhattan. Blanchett ha sabido mantenerse entre las superproducciones y el cine independiente, trabajando siempre con elegancia y mesura.
15. Scarlett Johansson — Historia de un matrimonio (2019)
Cerramos esta lista con una interpretación bastante reciente, la de Scarlett Johansson en Historia de un matrimonio, dirigida por Noah Baumbach. Pese a ser uno de los rostros más conocidos de Hollywood, musa de cineastas tan impresionantes como Sofia Coppola, Woody Allen, Spike Jonze, Brian de Palma, Christopher Nolan, Taika Waititi o los hermanos Coen. No obstante, a lo largo de su carrera la Academia la ha relegado a un segundo plano, fuera del olimpo de actrices, tal vez por su exuberante belleza. Pero Johansson es más que un rostro bonito y, pese a su juventud, no ha dejado que la encasillaran, ni siquiera en su conocido papel de Viuda Negra. En esta cinta, caracterizada por sus diálogos y sus retratos intimistas, reúne varias interpretaciones sobresalientes además de la de Scarlett Johansson: las de Adam Driver y Laura Dern, oscarizada por su breve pero potentísimo monólogo.
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