En esta segunda entrega, continúo mi andadura en busca de algunos de los grandes títulos que nos han dado estos últimos 18 años. Prosigo este reto apostando, una vez más, por la diversidad. A través del recorrido de esta lista, conoceremos al oscarizado director iraní Asghar Farhadi, al chileno Pablo Larraín y a autores españoles de la talla de Fernando Trueba. “Es imposible hacer una buena película sin una cámara que sea como un ojo en el corazón de un poeta», decía Orson Welles. De una forma u otra, todas las cintas que han hallado un hueco en este podio están aquí porque han conseguido convertirse en poesía. El cine tiene el poder de plantar esa semilla. Mientras haya cinéfilos que recojan la simiente, nunca caerán en vano sus frutos.
11. ‘Nader y Simin, una separación’ (Farhadi, 2011)
De mano de esta cinta llegó el primer premio Óscar del cineasta árabe, hazaña que repetiría en 2016 con El viajante. Si algo tienen en común todas sus películas, sin importar el idioma en el que hablen sus protagonista, es la profunda introspección a la que se ven sometidos los personajes. De este modo, Farhadi no solo disecciona la naturaleza humana, sino que explora los fallidos engranajes de la sociedad occidental, con todas sus incongruencias e injusticias. Si alguien me preguntara cuál es el mejor filme para entender el sistema sociopolítico de la civilización moderna, no recomendaría un documental. Basta y sobra con un visionado de Nader y Simin, una separación.
12. ‘El artista y la modelo’ (Trueba, 2012)
Probablemente, la mejor película española del siglo XXI. Como las curvas del cuerpo de una insuperable Aida Folch, Fernando Trueba se desliza con su cámara explorando los límites del arte y la belleza. ¿Qué significa ser artista? ¿Qué es una obra maestra? ¿Qué rol juega el arte en el mundo? Esto son solo algunos de los interrogantes que se escurren de este precioso largometraje del que no sobra ni un solo plano, ni un fotograma, ni una frase de guion. Así, Trueba se confirma como uno de los autores vivos más intelectualmente sensibles del panorama nacional: el Woody Allen español y el Noam Chomsky del cine iberoamericano.
13. ‘El lado bueno de las cosas’ (Russell, 2012)
Nadie entiende por qué estoy tan obsesionado con esta película. Ni siquiera yo mismo. Pero ya lo apuntaba al inicio de este texto: el cine nace dentro del espectador. La primera vez que la vi, entendí lo que era el séptimo arte: una nueva forma de libertad. David O. Russell plasma en El lado bueno de las cosas una filosofía de vida, una carta de denuncia y una profunda relación de respeto hacia sus actores. Jacki Weaver, Bradley Cooper y Robert de Niro se confirman como tres de los actores más versátiles de Hollywood. Jennifer Lawrence, por su parte, ofrece una brillantísima actuación (con premio Óscar incluido) que la convierte en la actriz norteamericana con mayor proyección de la última década. En definitiva, esta comedia romántica que aborda un tema tan peliagudo como los trastornos mentales reúne todos los elementos para convertirse en un drama. Para muchos, una cinta insípida y discreta. Para mí, una historia franca que se permite el lujo de aderezar la agridulce realidad.
14. ‘No’ (Larraín, 2012)
Un monosílabo y, por tercer vez en esta lista, Gael García Bernal. En eso se basa el No del chileno Pablo Larraín. Como me ocurre con Alejandro González Iñárritu, prefiero al Larraín que se desenvuelve en las distancias cortas (Neruda, El club) al que se decanta por rodar en el extranjero (Jackie). Sin embargo, si algo caracteriza a este cineasta es su marca de la casa, una inconfundible propuesta narrativa, inseparable a su vez de un particularísimo montaje. No recrea la campaña publicitaria que se desplegó para derrocar al dictador chileno Augusto Pinochet a través del plebiscito que se celebró en 1988. A través de las imágenes grabadas con una videocámara UMATIC del 83, el espectador se acerca con total lucidez y mediante el uso de símbolos a un amargo suceso que marcaría para siempre a la sociedad latinoamericana. No, la campaña y la película, es la creencia de que siempre puede haber un futuro mejor.
15. ‘La Venus de las pieles’ (Polanski, 2013)
No me perdonaré nunca no haber incluido en este recopilatorio de obras maestras del cine moderno a El pianista (2002). Como contrapunto, La Venus de las pieles pone en el lugar que se merece al incomparable Roman Polanski. Dos actores y un escenario teatral es lo único que precisa el polaco para ahondar en la psicología humana y preguntarse hasta qué punto las personas somos personajes. A medida que se va dibujando la caricatura de una máscara que resulta ser también un rostro per se, el espacio se encierra (como ya ocurría en Un dios salvaje o Lunas de hiel) alrededor de interminables diálogos que transforman esta comedia negra en una sátira perversa sobre los banales deseos de los humanos.
16. ‘Her’ (Jonze, 2013)
Her es la historia de un hombre sensible en una sociedad sin sentimientos, una película futurista que en realidad habla sobre el presente. En un mundo hiperconectado, Theodore (Joaquin Phoenix) está más solo que nunca. Tanto es así, que decide entablar una relación amorosa con Samantha (tercera aparición de Scarlett Johansson en esta antología), un sistema operativo que se ha instalando en su ordenador. Samantha no solo se convierte en la confidente de Theodore, sino en su salvavidas. No hay mejor radiografía del amor en tiempos de Internet que esta armoniosa obra de Spike Jonze, donde la estética se conjuga con el brillante uso del color, la música y una conmovedora puesta en escena.
17. ‘Prisioneros’ (Villeneuve, 2013)
La misma problemática que se plantea hace dos números con Polanski, ocurre aquí con Denis Villeneuve, uno de los directores canadienses más agudos y punteros. En todas sus películas (Enemy, La Llegada, Sicario y, por supuesto, Prisioneros), lo que en realidad plantea el cineasta es una enfrentamiento constante entre el ser humano contra el propio ser humano. El filme arranca con la desaparición de dos niñas pequeñas. Cuando Keller Dover, el padre de uno de ellos, se da cuenta de que la búsqueda organizada por el comisario (de nuevo, Jake Gyllenhaal) resulta en vano, decidirá tomarse la justicia por su mano. Es entonces cuando se revela el verdadero talante de los personajes: nadie resulta ser tan inocente como parecía en un principio. Película sombría, tensa, compleja y, en suma, soberbia. Homo homini lupus est.
18. ‘Nightcrawler’ (Gilroy, 2014)
Solo existe una razón por la que Nightcrawler logra desbancar a Spotlight en esta lista y es lo arriesgado de la propuesta. El segundo título, digno sucesor de Todos los hombres del presidente o incluso Ciudadano Kane, es una película colosal, sí, pero medida hasta el extremo. La ópera prima de Gilroy, sin embargo, se sostiene sobre los cimientos contrarios: es provocadora y demente. Gyllenhaal (tercera mención para el americano) es un aspirante a fotoperiodista que vende sus piezas al mejor postor. No obstante, pronto se da cuenta de que para captar las imágenes más impactantes ha de abandonar sus escrúpulos e incluso alterar la realidad según le convenga. Inquietante retrato de cómo funciona el periodismo y los medios de comunicación, en especial, la televisión.
19. ‘Whiplash’ (Chazelle, 2014)
No vamos a engañarnos. Aborrezco La La Land. Sin embargo, es imposible negar la cadena de aciertos que Damien Chazelle logra con esta historia de superación enfermiza. Andrew Neiman (Miles Teller) es un aspirante a músico que lo da todo en el conservatorio. Cuando el director (J. K. Simmons) de la orquesta más selecta de la escuela lo selecciona a él entre sus compañeras como segundo batería, lo dará todo por llegar a lo más alto. La exigencia de Fletcher, el conductor del elitista conjunto de jazz, alcanzará límites insospechados. Durante casi dos horas, Chazelle consigue que el espectador sufra con ese estudiante que practica con las baquetas hasta que le sangran las manos. Genial retrato del ego y el espíritu de competición, cuya banda sonora no tiene nada que envidiarle la City of stars.
20. ‘La Novia’ (Ortiz, 2014)
«Mis brazos son fuertes, te abrazaré durante cuarenta años seguidos», le decía Leonardo (Asier Etxeandia) a la Novia (exquisita Inma Cuesta). Pero ella no quería unos barrotes alrededor de su cuerpo ni encerrar su vida en una cárcel. En esta adaptación de Bodas de sangre, de Federico García Lorca, Paula Ortiz nos presenta una versión sensible que convierte la sucesión de milimétricas secuencias en un poema visual en toda regla. La música, que también se basa en las letras que compuso el escritor granadino, sumada al estupendo plan de producción, hacen de La Novia una obra de la que el mismísimo Lorca se habría enamorado. «Te sigo por el aire como una brizna de hierba», pronunciaba la Novia, demostrando que el cine también es delicadeza, amor y, sobre todo, poesía.
21. ‘Animales nocturnos’ (Ford, 2016)
Por cuarta vez, Jake Gyllenhaal. Esta vez, acompañado por Amy Adams y una espectacular fotografía. Quizás ambas elecciones deriven del buen gusto del que fuera el director de Gucci e Yves Sant Laurent. De este modo, toda la película se ve impregnada de una inquietante elegancia visual acompaña de un argumento igual de tenebroso. Ford explora las repercusiones de la ficción en la realidad, jugando con las fronteras que las delimitan y proponiendo un relato doble: por una parte, la relación entre la dueña de una galería de arte y su exmarido y, por otra, la historia de la novela que ha escrito este último. No había forma más elegante de poner fin a esta controvertida lista, que es, a la vez, arrogante y caprichosa. Que la disfruten.
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El periodismo me queda de paso. Escribo. Arte, misantropía y revolución. Excelsior.