Antes del solitario de Windows y los zumbidos de Messenger, los niños de los 90 nos divertíamos aún de forma analógica. Y no, no me refiero al radiocasete, sino más bien al VHS. Por esa época veíamos las películas en película y no en formato digital, con todo lo que ello implicaba: rebobinar la cinta con un bolígrafo, arriesgarnos a que el celuloide se enrollara saltándonos las partes aburridas y rezar por que nadie grabara un capítulo de Pasión de Gavilanes encima de En busca del valle encantado. Parte de nuestro imaginario infantil se basa, de hecho, en los clásicos de Disney y sus canciones noventeras. El Rey León, Pocahontas, Mulán, Aladdin, Hércules, La Bella y la Bestia… En todas ellas, además de inocularnos docenas de prejuicios, los personajes nos asaltan con números musicales a cada cual más pegadizo.
Ahora los niños que fuimos han quedado atrás, tenemos entre 20 y 30 años y, en el mejor de los casos, vivimos con nuestros padres. ¿Pero qué hay del género cinematográfico que nos vio crecer? En esta lista reunimos diez títulos para reconciliarte con este tipo de cine. Tanto si eres de los que descubrieron el mundillo con La La Land como si te consideras un cinéfilo sibarita, en esta selección encontrarás películas de todas las épocas y los gustos. Aunque hemos reunido largometrajes que abarcan desde apuestas comerciales con un gran carisma hasta cine de autor clásico, la lista se caracteriza por alguna ausencia notable (¡¿dónde están Grease, West Side Story, High School Musical y El Mago de Oz!?). Me disculpo de antemano y salgo de escena bailando claqué.
1. Cantando bajo la lluvia (Stanley Donen y Gene Kelly, 1952)
El nombre de Gene Kelly ha pasado a la historia como sinónimo del género musical. Su carisma y su habilidad para el baile siguen atrayendo aún la mirada de los espectadores y su musical Cantando bajo la lluvia es uno de los más aclamados tanto por el público como por la crítica. De espíritu vitalista y fresco, el filme nos introduce en la complicada transición del cine mudo al sonoro. Las viejas glorias se resisten a ceder el paso a las nuevas generaciones de actrices, aunque no siempre tienen el talento para brillar con su voz. La aspirante a intérprete (Debbie Reynolds) que protagoniza la cinta tendrá que ingeniárselas para cumplir su sueño de trabajar con uno de los más grandes en un nuevo espectáculo. En Cantando bajo la lluvia se conservan algunas de las secuencias de danza mejor filmadas de todos los tiempos y su carácter optimista nos invita a relativizar los problemas. Y a cantar sin importar lo mucho que llueva.
2. Los paraguas de Cherburgo (Jacques Demy, 1964)
Lo confieso. Desde que descubrí esta película francesa hace unos años, se ha convertido en mi musical favorito y no he dejado de recomendarla por doquier. Jacques Demy, uno de los genios de la Nouvelle Vague, nos deleita con esta sencilla historia de amor entre Geneviève (una jovencísima Catherine Deneuve, en plena forma) y Guy (el recientemente fallecido Nino Castelnuovo). Sin embargo, todo está en su contra. Antes de llevar a cabo su compromiso, Guy es reclamado en Argelia y debe partir a la guerra. Geneviève, en cambio, se queda con su madre que regenta una pequeña tienda de paraguas en la ciudad de Cherburgo y que tratará de emparejarla con otro hombre. Los diálogos completamente musicados, la cuidada estética, el diseño de vestuario y la fotografía son algunos elementos que hacen de este título una pequeña joya del género. Tanto es así que, después de ganar en Cannes, fue nominada a los Globos de Oro y a cuatro premios Óscar.
3. Sonrisas y lágrimas (Robert Wise, 1965)
Soy incapaz de enumerar cuántas películas se concentran en una. Una monja tránsfuga, una niñera molona, una persecución nazi, un concurso de música, un viudo redimido… Todo eso y más define el argumento de Sonrisas y lágrimas, un musical que nos da exactamente lo que promete su título. Protagonizada por Julie Andrews un año después del estreno de Mary Poppins, esta película blanquísima nos obsequia con algunos números musicales inolvidables (sí, a veces me sorprendo tarareando Mis cosas favoritas o Do Re Mi) que casi nos hacen olvidar su exceso de metraje. Un clasicazo imprescindible que consigue lo que todo buen musical debería: que te den ganas de cantar. Eso sí, resulta inexplicable la traducción de su título en inglés (The Sound of Music).
4. Pesadilla antes de Navidad (Henry Selick, 1993)
Aunque por su estética parezca más una película de Tim Burton, lo cierto es que el excéntrico director actuó esta vez como productor de la ópera prima de Henry Selick (quien más tarde dirigiría la fantástica y peculiar Los mundos de Coraline). ¿Se trata de una peli de Halloween o de Navidad? ¿Está pensada para niños o para adultos? ¿Por qué Jack Skellington es tan molón? Estas son solo algunas de las preguntas que te acompañarán durante su visionado y la buena noticia es que todas las respuestas son correctas. Esta cinta de animación en stop-motion se ha convertido por méritos propios en una obra de culto que sigue sumando adeptos a día de hoy, ya que mezcla con gran éxito géneros tan dispares como el romance, la comedia, el musical y el terror en una historia tierna de apariencia escalofriante y personalísima.
5. Bailar en la oscuridad (Lars von Trier, 2000)
Volvemos al cine de autor con este musical danés protagonizado por la estrella del pop islandés Björk. Aunque el rodaje estuvo envuelto en una turbulenta polémica que medró su reputación (la extravagante artista llegó a alegar acoso y abuso psicológico por parte del director y aseguró que no volvería a trabajar en la industria nunca más), se trata de una película que roza la categoría de obra maestra. Puesto que bebe aún de la tradición del Dogma 95 impulsado por el propio von Trier, la película tiene una apariencia peculiar, a veces incluso torpe (planos desestabilizados, personajes fuera de foco, etc.). Sin embargo, lejos de sumar, esas imperfecciones propias del estilo del director la hacen aún más interesante. Además, cuentan con la voz de una de las estrellas mundiales del siglo y también con la participación de Catherine Deneuve. Bailar en la oscuridad es el relato desesperado de una mujer migrante que se va quedando ciega progresivamente y que hace todo por su hijo pese a los abusos que sufre por parte de sus superiores. Además de una sátira mordaz de los Estados Unidos y el canon musical de Hollywood, se trata de una película descorazonadora y atípica, con una fuerza sonora y visual tremenda.
6. Sweeney Todd (Tim Burton, 2007)
Para hacernos una idea, su subtítulo en español es El barbero diabólico de la calle Fleet. A partir de ahí, ya está todo dicho. Resarcido de la confusión que suscita Pesadilla antes de Navidad gracias a su propia película de animación musical (La novia cadáver, 2005), Burton incurre de nuevo en el género con otra de sus tétricas y macabras historias. En este caso, una venganza acometida por un misterioso barbero nuevo en Londres contra un maléfico juez perfectamente encarnado por Alan Rickman. Junto al fallecido intérprete, destacan las puestas en escena de dos de los actores fetiches del director: Johnny Depp y Helena Bonham Carter. Más allá del filo de la navaja de afeitar y de los enigmáticos pastelitos de carne, bajo la estética fantasmagórica se halla una historia monstruosamente melancólica. Posdata: ¿Charlie y la fábrica de Chocolate —del mismo director— también se considera musical?
7. Mamma Mia! (Phyllida Lloyd, 2008)
¿Mamma Mia! es una comedia mediocre con una trama tirando a malilla? Claro que sí. ¿Eso impide que sea mi pecado confesable y que vuelva a ella a cada rato? En absoluto. La premisa es sencilla: Amanda Seyfried es la hija de Meryl Streep y está a punto de casarse, pero tiene tantas ganas de conocer a su padre que invita a su boda a tres potenciales candidatos para descubrir de cuál de ellos se trata. ¿Es eso lo importante? Claro que no. ¿Estamos todos aquí para desgañitarnos frente a la pantalla con las canciones más célebres de ABBA? Absolutamente. Mamma Mia! es una comedia veraniega y desenfadada con un reparto de lujo que nos hace soñar con nuestras vacaciones de idilio en las islas griegas. Y, no nos engañemos, ABBA es la hostia. También tiene segunda parte: no aporta ninguna novedad, pero ¿a quién le fastidia doble ración de pop discotequero de los 70?
8. Chico & Rita (Fernando Trueba, 2010)
Barriendo para casa nos encontramos con esta rara avis del director español Fernando Trueba, todo un homenaje al mundo del jazz y a los ritmos de Cuba. Chico & Rita es la tierna historia de amor de una cantante y un joven pianista que se conocen inesperadamente y rápidamente se enamoran. Su conexión no es solo romántica, sino también artística y juntos formarán un dueto musical que parece inquebrantable. Sin embargo, cada uno debe perseguir sus sueños y distanciarse el uno del otro. Rita partirá a los Estados Unidos, donde le auguran un gran éxito. Chico, en cambio, permanecerá en Cuba decidiendo si debe ir tras ella o no. Nos encontramos ante una película de animación para adultos sensible y bien construida, llena de color y de nostalgia, tan universal que llegó a ser nominada en los Óscar y arrasó en todos los festivales de animación.
9. Los miserables (Tom Hooper, 2012)
Aunque fue un taquillazo, no es ni de lejos la mejor adaptación que se podría haber hecho del título homónimo de Victor Hugo. Sin embargo, Los miserables se deja ver como producción hollywodiense de lujo, con sus luces y sombras. Pese a que me mantengo firme en la creencia de que Russel Crowe y Hugh Jackman debieron intercambiar sus papeles, si la película suscitó tanto impacto fue en gran medida gracias a lo conseguidas que están sus interpretaciones —formidable Anne Hathaway en uno de los mejores papales de su carrera interpretando I dreamed a dream— y a la factura visual. Los coreografiados números musicales están pensados para la gran pantalla y la atmósfera de la película persigue sobrecoger al espectador en todo momento. ¿Conclusión? Queda algo de la magia de Broadway en esta adaptación del musical que, pese a todo, merece la pena.
10. Begin Again (John Carney, 2013)
No sé hasta qué punto Begin Again se puede considerar un musical o es simplemente una película sobre música. En todo caso, hay canciones. Y muchas. Asimismo, debía estar en esta lista por su director, John Carney, que ha dirigido otras dos excelentes películas del mismo género: Once (2007) y Sing Street (2016). En esta en concreto, Keira Knightley es una cantautora aficionada que acompaña a su novio, también músico, por la senda del éxito en la industria. No obstante, a medida que va ganando fama y notoriedad el personaje encarnado por Adam Levine (vocalista del grupo Maroon 5) se vuelve completamente insufrible hasta el punto de engañarla. Decidida a emprender su camino en solitario, conoce a un productor fracasado (un divertido Mark Ruffalo) y juntos se proponen grabar un álbum con un presupuesto mínimo y sin estudio, en plena calle. Begin Again trata sobre volver a empezar y reconstruirse la identidad propia. Y de cómo el tiempo ayuda a sanar nuestras heridas, aunque nunca volvamos a ser los mismos.
El periodismo me queda de paso. Escribo. Arte, misantropía y revolución. Excelsior.
Te cuento, sin tu permiso y solo a modo informativo, este gran musical con el que generaciones como la mía disfrutamos la infancia de la televisión en blanco y negro:
Sin duda, una de las canciones más conocidas y celebradas de Irving Berlin (1888-1989), “Cheek to Cheek” (Mejilla contra mejilla) fue compuesta por este gran compositor para la película de 1935 Top Hat (Sombrero de copa), clásico indiscutible entre los musicales que Fred Astaire y Ginger Rogers protagonizaron a mediados de la década de 1930.
Berlín, que ya era un autor consagrado, no vendió los derechos de sus canciones para Sombrero de copa y se reservó un diez por cien de los beneficios. La jugada le salió redonda. De las trece canciones que escribió para el filme se seleccionaron cinco, y las cinco figuraban entre las primeras quince canciones de la semana según el programa musical de radio y televisión Your Hit Parade a los pocos días de su estreno (el 29 de agosto en Nueva York). El éxito de “Cheek to Cheek” –”Estoy en el cielo, mi corazón late de forma que casi no puedo hablar. Creo que por fin encontré la felicidad que buscaba bailando contigo mejilla contra mejilla”– fue a más, pronto se convirtió en un estándar de la Great American Songbook y fue interpretada y grabada –sigue siéndolo– por numerosos y destacados cantantes de todos los géneros –del jazz sobre todo– y músicos instrumentistas.
Desde entonces, como decíamos, no ha dejado de grabarse. Hasta hoy. La última vez, la última gran versión, a cargo de Tony Bennett y Lady Gaga en su álbum de 2014 que toma el título de la canción (Cheek to Cheek)