Que soy demasiado fan de Maggie O’Farrell es algo que cualquiera que me conozca mínimamente sabe. Aquí, de hecho, no la he recomendado una única vez. Pero O’Farrell es de esas autoras contemporáneas que sabe cómo engancharte y hacer que no olvides ni sus lecturas ni su forma de escribir. Y de las que, cuando llegan, sabes que graban su nombre en la lista de autores y autoras de las que siempre te acordarás. Junto con Sally Rooney, ambas irlandesas (una de Irlanda, la otra de Irlanda del Norte), imprimieron un nuevo capítulo en mi vida literaria, un poco atascada en los capítulos anteriores.
¿Autobiografía? No, gracias
La literatura de O’Farrell es de esas, que con una simple línea de texto, hila la historia y mantiene una delicadeza exquisita en toda la redacción. De ahí no me quería salir: quería seguir leyendo literatura «blandita», hasta que vas gastando todas tus balas (en este caso, todos sus libros), y solo te queda uno, el que has apartado en cada proceso de selección. Así que estas navidades llegó Sigo aquí (Libros del Asteroide, 2017), un libro autobiográfico de la autora. Huía de él porque pensaba que la literatura estaba en las otras novelas, las que contaban historias de personajes ficticios, y no en una introspección personal. No podía estar más equivocado.
Sigo aquí recorre diecisiete historias personales de O’Farrell, pero todas tienen el mismo punto en común: un roce con la muerte. Un casi accidente de tráfico, una complicación sanitaria, una agresión que casi tiene lugar pero que el instinto, sin saber muy bien cómo, evitó. Con la pluma que la caracteriza, recorrer estos eventos es algo menos dramático que lo que pudiera parecer cuando uno se enfrenta al libro, otra de las razones por las que siempre reservaba su lectura para otra ocasión.
¿Y si? ¿Y si? ¿Y si?
Todos nosotros hemos sentido alguna vez esa sensación de vacío tras vivir una experiencia similar: un paso en falso al cruzar una carretera, un grito que te devuelve los sentidos, una caída de la que te salvaste por centímetros. Después de ello, momentáneamente tienes ese sentimiento sin nada, el qué hubiera pasado si, si, si. Pero un rápido reseteo te devuelve a la realidad, la que nunca dejó de existir mientras imaginabas si en un mundo paralelo.
Los libros se leen en un determinado momento, en un determinado lugar y en una determinada situación personal. Es imposible entender la lectura, la escucha o el visionado de algo sin colocarlo en su justo mundo concreto. Te haya marcado o no, todo encaja en una pieza de tu puzzle individual, ya sea en un lateral, en una esquina descolorida o en el centro de la historia.
La mía con Sigo aquí coincidió con mis primeras vacaciones de Navidad propiamente dichas, tras las cuatro anteriores en las que la mayoría de mi tiempo lo pasaba estudiando. Con apenas dos exámenes por hacer, Maggie O’Farrell me abrió otro vacío. Un vacío de estos que te dejan flotando en la nada, sin gravedad, de los que corta tu camino, ese que llevas recorriendo con la inercia del día a día. De repente, fui consciente de que esas dos pruebas eran las últimas de mi etapa universitaria. Cada año anterior, tras cada periodo de exámenes, siempre sabías (con la inercia), que al cabo de unos meses todo seguiría igual, que siempre llegaría otro, como si la carrera fuese algo eterno, en bucle.
Habitar el vacío inhabitable
Ahora, con todas las pruebas hechas y las prácticas a medio terminar, me encuentro con un cuatrimestre sin docencia, únicamente enfocado en los dos trabajos finales. Y vuelve el vacío, el fin de la inercia, el continuum va tocando fin. Una etapa más que se quema, pero más allá de eso, y de la incertidumbre del futuro (que por lo pronto apagaré cursando el máster, sin asomarme del todo al mundo laboral), todo pasa muy rápido. Y ahí, en ese veloz camino, no paraban de acumularse lecturas, películas o series que no conseguían hacerse un hueco en el trajín del agotamiento diario, que únicamente tenía sitio para el entretenimiento poco profundo.
En mi vacío, que dura mucho más que los instantes siguientes a ese paso en falso, a ese y si hubiera pasado, ahora se empiezan a agolpar toda esa lista de pendientes, necesariamente urgente para engranar todos los mecanismos de mi interior. Y, por una vez, no quiero volver a poner los pies en el suelo, quiero vencer la gravedad y habitar el espacio inhabitable, que O’Farrell, Benedetti, Gopegui, Murakami y todas las cintas y capítulos pendientes me sostengan en la nada, me agarren para no volver y permanecer con la tranquilidad, sin inercia.
Estudio Ciencias Políticas y Sociología en la UC3M y combino mi pasión por los fenómenos políticos y sociales con la cultura, elementos indisociables de una misma y compleja realidad. Desde pequeño me ha encantado escribir y lo utilizo como manera de evasión y difusión.