El aislamiento de la isla siempre fue una némesis de la construcción de un relato común. Lilia Ana Ramos está embarcada en una nave de sol que la extrapola desde las islas Canarias al Caribe, en donde construye un imaginario que una a las dos latitudes a través de la fotografía y una historia que ha sido plasmada en su último trabajo Atlanticidad junto al diseñador Aythami Castellano. Muchas de aquellas generaciones descendientes de los canarios que poblaban las Antillas se trataron de mujeres que nunca encontraron una identidad en el cauce común. Aquí, Lilia expresa su visión del conjunto.

¿Cuándo y por qué nace Atlanticidad? «Atlanticidad nació como una manera de contar Canarias que difiere del discurso dominante o más conocido sobre las islas en la Península, donde viví muchos años. Me generaba frustración que la imagen a la que apelaban sobre nosotrxs no coincidía demasiado con mis experiencias vitales o historias familiares. Muy poco después comencé a estudiar Fotografía y supe que había encontrado un medio para hacerlo». 

En el imaginario colectivo siempre surge esa unión casi mística entre Canarias, el Atlántico, Sudamérica… ¿Por qué en esta ocasión el Caribe? «Es cierto que siempre nos miramos en Latinoamérica, pensando en conjunto, pero concretamente tenemos mucho más que ver con las Antillas y algunos países continentales que limitan con el mar Caribe. ¿Por qué? Porque esa unión se da desde muy temprano, al usar los europeos a Canarias como una suerte de laboratorio chiquito de lo que luego pasará al otro lado del Océano, véase: el monocultivo de la caña de azúcar, el tratamiento a los pueblos indígenas y el uso mano de obra esclava. Lo explica muy bien Antonio Benítez Rojo en una obra con un título sugerente y explícito: La isla que se repite. A partir de aquí, se generan unas conexiones y rutas —a veces voluntarias, a veces impuestas— de carácter migratorio, económico, cultural…, que generan esas realidades compartidas». 

«La exotización provoca estereotipos y como todos los estereotipos nos da una visión sesgada e irreal de la idiosincracia de un pueblo»

De aquellos mitos donde se mezclaban dioses griegos hasta el mercado de esclavos que recalaba tanto en nuestras costas como en las del continente amigo, ¿qué hay de verdad? «Aunque no trato la época previa a la conquista, está claro que la mitología en torno al concepto de isla fue crucial a lo largo de la historia del pensamiento europeo: desde el mito griego de la Atlántida a obras clásicas de corte más político como Utopía de Tomás Moro. Ese bagaje intelectual y cultural es parte de la forma de ver de los europeos que llegaron a Canarias y a las islas del Caribe y que proyectaron en ellas la idea de Paraíso. Esto es una gran verdad, como lo es, efectivamente, que Canarias fue primero lugar de extracción de personas indígenas como esclavas y luego lugar de paso de lxs esclavxs negrxs que iban con destino a América. Uno de los problemas a la hora de entender Canarias es que tendemos, en el s.XXI a considerarnos Europa, cuando Europa misma no nos consideró parte del norte global hasta hace relativamente muy poco —por suerte o por desgracia». 

Te lo comento porque hablas de una exotización impuesta… ¿Cómo la definirías? «La imposición consiste en no poder ser si no se es a través de la visión que nos ha dado el otro. Y esa visión es la del supuesto paraíso, que exotiza desde el carácter de las gentes hasta el cuerpo de las mujeres isleñas; se trata de un paraíso sin las gentes que lo habitan o siendo estas dóciles ante la presencia del otro —que en este caso, fue europeo—. La exotización provoca estereotipos y como todos los estereotipos nos da una visión sesgada e irreal de la idiosincracia de un pueblo». 

¿Qué quieres dar a conocer con este proyecto? «Quiero dar a conocer otra visión de Canarias, a través de su historia y su cultura, mostrando cosas que no siempre son tan agradables o paradisíacas y que nos coloca durante la mayor parte de los últimos 500 años fuera del centro, generando una colonidalidad aún palpable en las islas». 

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Imágenes y textos que recopilan la historia de Atlanticidad. Foto: L.R.
«El propio nombre de afortunadas subraya la exotización que nos lo da siempre el otro, nunca nosotras mismas»

¿Fueron tan afortunadas las Islas? Por ejemplo, al leer el texto sobre tu bisabuela  «El propio nombre de afortunadas subraya la exotización que comentaba antes y nos lo da siempre el otro, nunca nosotras mismas. Sí, el texto sobre mi bisabuela, aunque duro, me parecía necesario para explicar varias dinámicas en una misma historia: la del monocultivo, la de la violencia sexual hacia las mujeres, el caciquismo y cómo el poder económico se adapta a los nuevos tiempos. Pero la fuerza reside en que los textos son siempre acompañados de imágenes».

¿Qué has descubierto releyendo el pasado, tanto histórico como familiar? «A nivel familiar, muchas historias que encarnan la historia de estas islas (ascendencia indígena, migraciones, vinculación a la tierra de cultivo, el papel jugado por las mujeres…) y que, en mi opinión, trascienden lo individual en el momento en el que mucha gente puede sentirse identificada. Experiencias individuales que se convierten en experiencias colectivas, porque no son muy diferentes de las que han vivido tantas otras personas en Canarias». 

«La mujer indígena canaria está fuera del discurso historiográfico, a pesar de constituir la mayoría de las supervivientes tras la conquista»

Aplicas una técnica durante el proyecto que se llama postfotografía, ¿apropiándotelas no devalúas su significado? «En absoluto. Todo lo contrario, puesto que esta reapropiación pasa por aplicarles una interpretación diferente; por resignificarlas. Y esto es muy potente especialmente cuando se trata de imágenes que han apoyado la visión dominante de la que te hablaba antes. Entonces, yo las cojo, las ordeno de una manera concreta, las acompaño de textos personales y subvierto esa visión para dejar al descubierto que la realidad ha sido otra bien distinta…».

Como mujer, también has descubierto ese relato oculto por el género, ¿qué te demostraron estas voces? «Por un lado, me han demostrado que la mujer indígena canaria está totalmente fuera del discurso historiográfico y visual a pesar de constituir la mayoría de las supervivientes tras la conquista y probablemente a las que les debemos gran parte del legado indígena que aún conservamos. También me han demostrado que la mujer, especialmente en las zonas rurales de Canarias, han ejercido una suerte de matriarcado incluso a pesar de la violencia sexual ejercida contra ellas o que, al contrario de lo que se suele creer, fueron parte fundamental en la migración a Latinoamérica. Por último, que queda muchísimo que hacer, tanto a la hora de reivindicar la importancia de su figura en nuestra cultura como para conseguir la igualdad real que queremos».

«Mucha gente está justamente reflexionando acerca de estos episodios a través de la cultura»

Ahora mismo estamos en el mes de marzo celebrando desde Tripticum distintas creaciones y autorías femeninas, para darles voz, ¿cuál es tu análisis de la mujer en el mundo de la cultura? «Por lo que puedo observar, la presencia de la mujer es – aunque lenta – gradualmente mayor en el mundo de la cultura. Sin embargo, no es solo importante la presencia de la mujer —ya sea cis o trans— como cuerpo, que también. Sino la presencia de los temas que, por ser considerados como típicamente femeninos y fuera de lo falsamente llamado universal (masculino, blanco, burgués, heterosexual), son todavía relegados a un segundo plano – ni qué decir de las mujeres que reflexionan también acerca de la raza, la identidad sexual o la clase. Hablo de los temas relacionados con la intimidad, los cuerpos o los cuidados y que pueden ser tratados tanto por mujeres como por hombres, aunque esto último está todavía muy lejos de lo ideal». 

Vivimos ahora con el coronavirus, antes era la calima, el fuego, -en Canarias-, o Cataluña, el Brexit… ¿Funciona, en este rebumbio informativo, la cultura como ese espacio para seguir reflexionando y creando, a día de hoy? «No solo funciona, sino que debe funcionar. Alguien comentaba, a modo de broma, que estos días de cuarentena nos haremos todxs unxs culturetas y mucha gente está justamente reflexionando acerca de estos episodios a través de la cultura. Lo que necesitamos es que no lo haga cada unx en su casa, de manera individual, sino que pasemos a hacerlo en comunidad y desde el colectivo».

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La autora y fotógrafa Lilia Ana Ramos. Foto: Rubén Plasencia

Teniendo en cuenta tu proyecto de crowfunding y la edición de este libro, ¿cuáles son los próximos pasos a dar? «El proceso ha sido largo y ha requerido de mucha paciencia, pero aprendí muchísimo en el camino. Una vez terminado el libro la parte más tediosa es la de darlo a conocer y conseguir la financiación sin sonar demasiado pesada… [risas]. Conseguí el dinero a finales de febrero y el libro ya está en imprenta. Calculo que para abril podré empezar a hacer los envíos. He impreso algunos ejemplares más por si alguien se olvidó de participar en el crowdfunding y llevarme alguno a las presentaciones para las que habrá que esperar responsablemente a que pasen estos momentos». 

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Periodista. "Porque algún día seré todas las cosas que amo".


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