Sobra decir que la filosofía siempre ha estado de moda. Lo que pasa, quizá, es que nos empeñamos en no verlo. Está presente desde que nos levantamos y contemplamos fijamente los posos del café -planteándonos la totalidad de nuestra existencia sin tan siquiera habernos quitado las legañas- hasta que nos dejamos caer sobre el colchón y hacemos un repaso mental de nuestra jornada. Nos topamos con pequeñas píldoras de filosofía prácticamente a cada paso que damos, así que, ¿cómo no íbamos a encontrarla también en ese producto cultural por excelencia que es el cine?

La filosofía en el universo Marvel

Marvel Studios se ha convertido en una de las productoras más rentables de la industria cinematográfica. Cada estreno mueve millones –de entradas, de dólares, de fans, de críticas, de tuits- y eso se nota. Todo producto cultural, como ya exponían hace décadas algunos teóricos como Stuart Hall, genera un impacto en la sociedad. Las películas del MCU (siglas en inglés del Universo Cinematográfico de Marvel) no son una excepción, sino un ejemplo. Un ejemplo actual de cómo en el aparentemente inofensivo guión de la historia de un grupo de superhéroes confluyen asuntos filosóficos, políticos, económicos o sociológicos. Un reflejo en la gran pantalla de la realidad humana desde sus inicios, que ha sido objeto de cientos de análisis dentro y fuera del ámbito audiovisual.

Estamos en el siglo XXI, y ha llovido mucho desde que Tales de Mileto, considerado el primer filósofo de la historia, diera a conocer sus teorías sobre el origen y funcionamiento del universo, y sobre aquellos que lo habitan. Este ha sido, precisamente, uno de los temas más discutidos por sabios y estudiosos desde tiempos inmemoriales. Si nos detuviésemos a echarles un vistazo a las obras cumbre de la filosofía occidental, encontraríamos numerosas similitudes con los argumentos que los estudios Marvel han llevado del papel a la pantalla durante más de diez años. Imágenes icónicas de héroes y villanos que poseen un trasfondo capaz de dejarnos ojipláticos y boquiabiertos.

Pero como el tiempo es un recurso bien escaso –sirva esto como anticipo de lo que cuento más abajo- esta vez nos centraremos en una de las sagas marvelitas más aclamadas, Los Vengadores, y en una de las teorías más refutadas, el maltusianismo.

Thanos y el maltusianismo

Las aventuras de Iron Man, Viuda Negra, Capitán América, Ojo de Halcón, Hulk y Thor –junto a otra lista interminable de héroes- giran en la saga Los Vengadores en torno a la búsqueda y protección de las Gemas del Infinito. Salvar el mundo una y otra vez no es tarea fácil, pero aún lo es menos cuando tienes a un villano de la talla de Thanos planeando acabar con la mitad del universo. Cualquier espectador que sea fan de Marvel habrá vivido esa tensión en primera persona.

Thanos
El ensayo se publicó en 1798 en Inglaterra: Foto: Kobo

Thanos, el personaje cuya motivación ya se esboza en la escena postcréditos de la primera entrega de Los Vengadores, se muestra en todo su esplendor en cintas como Vengadores: Infinity War y Vengadores: Endgame, consideradas los mayores crossovers de la historia del cine y dos de las películas más taquilleras de la industria. La gran acogida por parte del público de la que ha gozado un antihéroe como Thanos se debe esencialmente a su personalidad poliédrica, basada en un discurso con claros tintes morales, filosóficos y políticos. Muy cuestionables, eso sí, pero sin duda interesantes.

Las películas nos cuentan cómo el titán Thanos pretende -más allá de hacerse con el control absoluto de las Gemas del Infinito, una meta demasiado banal «equilibrar el universo», es decir, cometer un genocidio cósmico eliminando a la mitad de la población de la galaxia. Así, con un solo chasquido de su mítico guantelete, podrá acabar con la sobreexplotación de los recursos en planetas como el suyo, al borde de la extinción masiva.

El pensamiento de Thomas Malthus

Lo curioso es que el discurso de Thanos bebe directamente del maltusianismo o Ley de Malthus, una teoría acogida y refutada casi a partes iguales. Thomas Malthus (1766-1834) fue un economista y demógrafo inglés, propulsor de una corriente que, aunque suavizada, sigue presente hoy en día. Entre sus controvertidos argumentos –cabe destacar que incluso el propio autor tuvo reticencias a la hora de difundirlos en un primer momento- se contemplaba la posibilidad de que la humanidad se extinguiese tras un inmenso conflicto conocido como «catástrofe malthusiana». Sus cálculos preveían la total aniquilación de nuestra especie para 1880. Como podemos comprobar, se equivocó.

La teoría filosófica de Malthus tuvo una gran influencia en los planos sociopolítico y económico de la Inglaterra del siglo XVIII: se limitaron las ayudas a la población más necesitada y se rechazó ayudar a Irlanda durante la hambruna que este país sufrió a mediados del XIX. En su obra Ensayo sobre el principio de la población, publicada en 1798, defendía que la humanidad se enfrentaba a un grave riesgo si continuaba creciendo en número. Según su interpretación, «la población mundial lleva décadas creciendo a un ritmo geométrico, mientras que los recursos y alimentos lo hacen a una progresión aritmética.» Por ello, cada cierto tiempo «deben existir controladores biológicos -hambrunas, guerras o pandemias- que eviten el crecimiento desproporcionado de la población y la eventual extinción de la raza humana». Justo el escenario que plantea Thanos en Vengadores: Infinity War.

No obstante, parece ser que en la teoría malthusiana no se tienen en cuenta cuestiones como el paulatino avance de la ciencia y de la tecnología, tal y como señaló Karl Marx en El Capital. La llegada de la vacunación y los fertilizantes en la producción agraria hicieron que el mundo nunca se acercara a la catástrofe que Malthus vaticinaba. Queda claro que él y otros catastrofistas erraron el tiro, aunque es evidente que sigue existiendo una significativa brecha entre recursos y población. Puede que Thanos no estuviese tan desencaminado, después de todo.

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Estudio Periodismo y Comunicación Audiovisual ya que siempre me ha gustado la sensación de poder contar historias a los demás. Me considero una friki de las Humanidades (especialmente de la literatura, la música y la filosofía). Formo parte de distintas asociaciones universitarias. Además, he tenido la oportunidad de participar en programas de debate tanto a nivel nacional como europeo.


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