El abismo de septiembre anda ahí, otra vez, pues agosto toca las últimas notas de su partitura. La vuelta a la rutina, la vuelta al cole-instituto-universidad, la vuelta al trabajo. Hasta ahora, quien haya podido, nos hemos recorrido playas, piscinas, visitas aquí y allá y hemos intentado descansar.
Y, aprovechando esos momentos alejados del acelerado día a día, llegó el momento de recuperar lecturas pendientes, series y películas por ver, discos por escuchar. No eran pocas, porque como cada verano, al inicio del mismo se han movido por la red numerosas listas recopilando libros, series y películas para ponernos al día. Hasta recuerdo leer una, en un medio generalista y líder en nuestro país, que acogía hasta 90 títulos literarios. Por supuesto, había recomendaciones para todos los gustos, pero esto se nos está yendo de las manos, con tanta presión para estar al día con las novedades editoriales.
Así que picando de aquí y allí, recordando consejos de unas y de otras, estos han sido quienes me han acompañado:
El libro
Es donde más dudo a la hora de elegir. Volví a Maggie O’Farrell, que me conquistó con La primera mano que sostuvo la mía (2018), pero Tiene que ser aquí (2016) me dejó con ganas de más este verano. Me quedo con Patria (2016), de Fernando Aramburu. Un relato durísimo y fiel sobre los años más negros de la democracia española. De cómo una sociedad estaba partida en dos, con un sector atemorizado por disentir, pensar diferente o, simplemente, como el Txato, no aportar a la causa terrorista; y otro crecido, conniviente con el terror, para liberar al pueblo. Además de aquellos que habitaban el silencio, que preferían una tercera vía, un tercer espacio.
No hay nada que achacarle a Aramburu, ni siquiera la longitud del libro (unas 700 páginas), pues la forma de contar y dividir la narración son absolutamente impecables. Una historia entre dos familias, antes amigas, que recuerda los peores años del terror etarra y la enorme fractura social que dejó.
La serie
No soy yo especialmente fan de los formatos de suspense y misterio, de planos oscuros, sin apenas luz, y menos de fenómenos de ciencia ficción. Pero llevado por María, que es quien entiende y sigue estas cuestiones, 30 monedas (2020), la serie de Álex de la Iglesia, marcó, primero una noche, y luego varias tardes (uno aprende) del verano.
En un pueblo de la España ‘vaciada’, un sacerdote esconde un enorme secreto. Las 30 monedas, con las que Judas se enriqueció a cambio de entregar a Jesucristo, vuelven a la acción en pleno siglo XXI, en una trama en la que el propio vaticano se involucra hasta el fondo. Con un primer capítulo especialmente brillante (de ahí que haya sido la única vez que vi la serie por la noche), el suspense y la tensión decaen con cada entrega, aunque el papel de Megan Montaner sobresale y mantiene el nivel de la serie.
El disco
Cada vez escuchamos menos discos completos y más listas de diversos artistas, yo el primero. Pero a veces, en trayectos largos de coche (sobre todo si eres canario, donde más de una hora ya es eterno), redescubres el placer de reproducir el conjunto de canciones, normalmente hiladas, al menos, por un sonido propio y único, que el cantante o el grupo grabó para esa ocasión.
Y así fue como Adele, con 21 (2011), escondido en la colección del Yaris de María, me trasladó directamente a mi yo adolescente, que escuchaba Los 40 a todas horas y solo escuchaba los sencillos que sonaban allí, como Set fire to the rain o Rolling in the deep. Inundado por la cálida voz de la británica, descubrí que la pausa y la tranquilidad que da Adele en este disco, se había convertido en la banda sonora de mi verano.
PD: Que me maten Alexis o Ricardo, los más cinéfilos del grupo, pero no, no he visto ninguna película. Todo suyo soy, acepto el castigo.
Estudio Ciencias Políticas y Sociología en la UC3M y combino mi pasión por los fenómenos políticos y sociales con la cultura, elementos indisociables de una misma y compleja realidad. Desde pequeño me ha encantado escribir y lo utilizo como manera de evasión y difusión.