Decidir qué estudiar es algo que no todo el mundo tiene claro a la hora de elegir su futuro. Sin embargo, este no es el caso del torrevejense Carlos Rodríguez, quien tras cursar el Bachillerato de Ciencias y alcanzar un 14 sobre 14 en la EBAU quiere ser dramaturgo, lo que ha inundado de sorpresa y gratulación las redes sociales.
En la actualidad, entre los estudiantes matriculados de Grado en España, tan solo el 2,7% se encuentran en el ámbito de las Artes, según los datos facilitados por el Ministerio de Educación y Formación Profesional. Esta cifra nos lleva a cuestionarnos el porqué de tan baja demanda.
Pablo Picasso afirmaba que “todos los niños nacen artistas. El problema es cómo seguir siendo artistas al crecer”, un desafío cuyo origen podemos encontrarlo en las aulas. Hace unos años, quien fue Ministro de Educación, José Ignacio Wert, subrayó que “hay asignaturas que distraen”; no es difícil adivinar en cuáles pensaba el político. Hoy en día, en los colegios e institutos españoles, asignaturas como Educación Plástica o Música están viendo reducidas sus horas. Otras como Teatro, apenas tienen cabida en la mayoría de ellos. Ante esto, Carlos Rodríguez señala que “en una sociedad que se interesa solo por inculcar a los más pequeños los valores de las ciencias o las letras, se está forzando necesariamente a que cuando sean adultos no tomen en consideración de la misma forma las letras que las ciencias o que las artes”.
“Mucha gente piensa que la excelencia es exclusiva de las ciencias”
De igual manera, debemos señalar que no todos los centros públicos que ofertan Bachillerato ofrecen la modalidad de Artes, por lo que tan solo un 5,3% de los alumnos de Bachillerato lo cursan en nuestro país, según el último informe del curso escolar 2018/2019.
El torrevejense nos cuenta que, a sus 17 años, el sistema educativo tan solo le ha permitido mostrar y potenciar sus habilidades en el ámbito científico, que es lo que se refleja en su brillante expediente. Tal y como recalca, “en ningún momento, a lo largo de nuestra trayectoria como estudiantes, se nos ha dado la oportunidad de mostrar ese otro potencial relacionado con las artes que quizás nos llena más, nos hace más felices y nos gusta más”. Así pues, explica ese prejuicio arraigado socialmente de que “cuanto mejor sean tus notas, cuanto más brillante seas o cuanto más fácil te resulten las ciencias, más técnica y científica tiene que ser tu carrera”, un estigma que perjudica a la comunidad de las ciencias humanas y a los indecisos que no se atreven a seguir la senda de las letras por el qué dirán.
Sin embargo, Rodríguez lo tiene claro: “Soy consciente de que mis capacidades quizás me permitieran estudiar una carrera de ciencias y ganaría lo que ganaría, trabajaría casi seguro y podría llevar una vida normal. Pero a mí lo que me gusta es eso [ser dramaturgo], y creo que por el simple hecho de intentarlo estoy triunfando y ganando mucho más que si no lo hiciera”.
Del arte también se vive
Podemos referirnos al arte como un vehículo de expresión humana que permite trasmitir sentimientos y emociones a través de la subjetividad. ¿Quién no se ha conmovido viendo una película? ¿Quién no se ha emocionado con una coreografía, bailado al son de una balada o sorprendido en un museo de arte?
El actor y escritor estadounidense Ossie Davis consideraba que “cualquier forma de arte es una forma de poder; causa impacto, puede influir en los cambios: no solo puede cambiarnos, sino que nos hace cambiar.” Pintura, escritura, teatro, música, danza… son destrezas que llevan el alma impresa, que buscan la belleza por la belleza y reflejan nuestra humanidad y pasión. Carlos Rodríguez termina señalándonos que, al fin y al cabo, “la pasión es lo que mueve el mundo, mucho más que las ciencias o los cálculos”.
Vivimos en un país en el que, desgraciadamente, se infravalora la educación artística, pero reflexionemos: ¿acaso podríamos vivir sin ella?
Verídico artículo, es una realidad por desgracia nos encontramos día a día, la vocación se ha de fomentar…
Muy bueno este artículo Rocío. En mi época se decía el que vale a ciencias y el que no a letras. Menos mal que a pesar del sistema aún hay chicos como Carlos.