Siempre he sido de apuntarme a todo lo que se presenta. Esto, como tantas cosas en la vida, tiene su lado bueno, pero también su lado no tan bueno. Ya me pasaba en el instituto, en el colegio, en los planes con amigas, que nunca decía que no. Y esto, también me ha pasado en la etapa universitaria. Hace unos años, me inscribí en el programa de Formación Complementaria que ofrece la universidad, aunque realmente no empecé a cursarla hasta hace dos años, cuando conseguí cuadrar horarios.

La verdad es que, siendo sinceras, esta formación es de las pocas cosas buenas que tiene esta institución y de la que siento que he aprendido. Este programa te da la opción de cursar un número de asignaturas adicionales que forman parte del plan de estudios de otro grado.

Con las últimas asignaturas ya matriculadas en Comunicación Audiovisual y, a pesar de que, en temporadas de entregas finales y exámenes, mi voz interior diga: ¿quién te manda a ti meterte en esto por amor al arte?, creo que es y está siendo una experiencia satisfactoria.

Me fijo en los créditos

Cada vez que veo una serie o una película, me doy cuenta de múltiples detalles que antes era incapaz de ver. Entre otras cosas, ahora reviso los créditos. Hace unos meses lo normal hubiese sido apagar la tele cuando comenzaba la lista de términos que no me interesaban. Ahora, me fijo en quién es la productora, la distribuidora, en las ayudas de financiación, en la lista de los actores y actrices, en el trabajo de guion y dirección…

El estudio de caso de una de las asignaturas que curso este cuatrimestre es Intimidad (Netflix, 2022). Una serie que, teniendo presente el contenido que está sacando Netflix en los últimos meses, no está nada mal. Siendo sinceros, y creo que es una opinión bastante generalizada, el primer capítulo crea confusión en los espectadores, por sus incoherencias narrativas. Pero, una vez avanzan los episodios, que no dejan de ser continuos flashbacks del primer capítulo, la trama mejora y las dos historias paralelas adquieren un sentido único, haciendo reflexionar al espectador sobre los límites de ciertos comportamientos y las consecuencias personales que estos tienen.

El éxito de las series turcas

Las asignaturas de televisión son las que más me gustan y las que siempre suelo coger. En concreto, todo lo relacionado con medición de audiencias, estrategias de programación que siguen las cadenas y la manera de organizar la parrilla televisiva. Telecinco y Antena 3 luchan por ganar el mes, aunque para ello tengan que cambiar la programación a última hora y pagar una enorme multa por ello. A modo anecdótico, el minuto de oro del día siempre es el del rosco de Pasapalabra. Lo era cuando estaba en Telecinco, ahora lo es estando en Antena 3 y el informativo más visto siempre es el que le sucede.

Por supuesto, uno de los temas a analizar es el enorme éxito de las series turcas, y como Antena 3 está basando su programación en este tipo de productos. Hay series de prime time, telenovelas diarias en la franja de tarde, que están cosechando unas cifras de audiencia que no se veían desde hace años. El motor de Antena 3 en la actualidad son los productos turcos.

No tengo tiempo para ver tanto

Quizás este texto tan solo sea una manera de reconfortarme, de que el esfuerzo también tiene su recompensa y de que el saber no ocupa lugar. También he de reconocer que ando un poco perdida cuando mis compañeras de la complementaria hablan de cine japonés y tengo la teoría de que están todo el día engachadas a la pantalla, porque no es normal que se conozcan todas y cada una de las series y películas, da igual su procedencia, da igual de que año sean.

Tengo que volverme a ver Hierro (Movistar Plus, 2019) para hacer un trabajo y no paro de pensar en eso de que una serie es buena si, cuando te la imaginas en otro espacio temporal y en otra localización, deja de tener sentido. No sé si Hierro es una serie buena, porque ¿cuáles son los criterios para que una serie sea buena o mala?, pero si sé que no tendría sentido si estuviera localizada en Madrid, porque la ubicación, en este caso, también es una protagonista, igual que todos somos los protagonistas de nuestra propia historia.

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Creo que no es casualidad que haya nacido y crecido en una ciudad que se llama igual que uno de los grandes poetas de la historia: Lorca. Lorqui(a)na de corazón y estudiando Periodismo y Humanidades en Madrid, siempre me ha interesado todo lo relacionado con el mundo de las letras, en especial, el arte y la literatura.


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