Desde siempre la naturaleza ha fascinado al ser humano. Nuestro deseo primigenio ha sido dominarla y controlarla. Con el tiempo, hemos conseguido coger una pequeña porción de ella y crear espacios de disfrute y de placer a los que llamamos jardines. Se ha convertido en un entorno que nos acompaña y que habita en los núcleos urbanos. Pero, ¿cuál es la historia que se oculta tras ellos?
El jardín clásico en Italia
Todo comienza en el Renacimiento italiano. Es durante esta época, gracias a la aparición de la perspectiva cónica en la pintura, que se produce un cambio que afectará al espacio exterior. Así, encontramos un paisaje que está controlado geométricamente y que toma la arquitectura como modelo, en ocasiones incluso generando una analogía con el espacio interior. Además, se aprecia una vuelta al pasado, se fija la mirada en la Antigua Roma y se siguen sus modelos arquitectónicos gracias a la recuperación de los tratados de Vitruvio.
Es por ello que la idea de la villa romana vuelve a estar presente y con ella surgen los primeros jardines. Estos se disponen en trazados paralelos y ortogonales que crean una retícula que organiza el espacio. Dentro de esta trama encontraremos unos ejes que irán ordenando el terreno.
Como la geografía italiana es muy variada, aparecerán dos tipos de jardines italianos. Por un lado, el jardín llano, capaz de adaptarse al terreno e incluso llegar a las zonas más irregulares. Se caracteriza por un esquema organizativo flexible y sin una dirección predominante; se va distribuyendo a lo largo de calles ortogonales y los conceptos de planeidad y horizontalidad son clave.
En contraposición, el jardín aterrazado plantea un escalonamiento del terreno en pendiente, con un perímetro regular y una sucesión de sectores consecutivos que van a conseguir una prolongación del jardín en profundidad.
Francia: la evolución del jardín medieval
Mientras tanto en Francia, la llegada de la cultura clásica estuvo ligada a las expediciones militares. Los ejércitos franceses volvieron con un botín de numerosas obras de arte y acompañados por artistas italianos, que introdujeron el jardín clásico.
Sin embargo, la geografía y las condiciones locales francesas no eran las mismas que en Italia, por lo que se vieron obligados a la adaptación del modelo italiano. Partiendo de las persistencias del jardín medieval, se produjo un proceso de asimilación progresiva del jardín italiano, para alcanzar después su expansión en superficie.
Además, aparecen temas propiamente franceses como el gran estanque y la arboleda extensa. Hay un aumento de escala y se aprovechan los escasos desniveles para crear el jardín aterrazado. Durante este período, el espacio perspectivo ya está configurado y encontramos una visión encadenada entre los jardines y el palacio, como sucede en Versalles.
Por otro lado, debido a la monotonía del jardín llano, se combinan elementos acuáticos con elementos vegetales y se aprovechan los niveles ligeros. Llegando, finalmente, a la fusión del jardín escalonado en el eje con el edificio y la aparición del jardín llano a los lados sobre un terreno en ligera pendiente, donde se logra la variedad mediante la combinación de 3 posibilidades: escalonamiento del terreno a lo largo del eje del palacio, elementos acuáticos dispuestos en altura sobre él y diversidad de los elementos vegetales.
El jardín paisajista en Inglaterra
Más tarde, a principios del siglo XVIII, el jardín inglés surge como oposición al jardín francés. Nos encontramos en la época de la Ilustración, de la enciclopedia y de la revolución. El mundo es mucho más científico e investigador, se busca el entendimiento de las cosas y un estudio profundo de las mismas. Es el tiempo de las expediciones, de las excavaciones, del acercamiento a las ruinas de las civilizaciones antiguas… Todo esto supondrá un aliciente para la creación de un nuevo jardín que rompa con todo lo establecido.
Este nuevo estilo de jardín está muy influenciado por las pinturas paisajísticas francesas del siglo XVII y por la jardinería china. En lugar de imponer un dibujo geométrico, se exageran los accidentes naturales del terreno, se reconducen los arroyos para crear lagos irregulares y se organizan los arbolados en vistas a obtener perspectivas asimétricas del paisaje. Todo ello persigue el objetivo de imitar el paisaje natural y buscar la belleza en lo imperfecto. Un gran ejemplo es el Stourhead Garden.
El jardín se ve ahora como un recorrido en el que destacan la irregularidad, la aspereza, la asimetría y la sorpresa derivada de la aparición de vistas inesperadas. En ocasiones, se erigen representaciones de edificios históricos o exóticos de diferentes estilos y épocas con el único pretexto de funcionar como un acontecimiento más del paisaje.
El origen del parque público
Desde el siglo XVIII, se produce en Londres la construcción de nuevas plazas en las áreas desocupadas de la ciudad que van completando su crecimiento. Se trata de plazas ajardinadas o squares, apartadas del tráfico principal, de figura rectangular y de tamaño diverso, con un jardín central de acceso reservado a sus habitantes y que están delimitadas por frentes de casas adosadas con fachadas uniformes (terraces).
Esta nueva forma de crecimiento urbano se expandirá por todo Reino Unido, llegando a ciudades como Edimburgo o Bath. Todo esto provocará, posteriormente, la aparición de grandes parques urbanos en las ciudades y, por consecuencia, la idea de un parque habitable donde vivienda y naturaleza están íntimamente entrelazadas.
Por otro lado, en París, tras las reformas de Haussmann, se introduce la naturaleza en la ciudad, resolviendo los puntos críticos y añadiendo variedad al recorrido de la ciudad. Aquí, al igual que en Inglaterra, se añaden a la trama urbana plazas ajardinadas pero esta vez de carácter público. Además, hay que sumarle la creación de grandes parques en el interior de la zona urbana o en la frontera que ocupan las zonas de nadie y disminuyen la densidad de la trama urbana.
Central Park, el jardín urbano que lo cambiaría todo
Finalmente, la evolución de los parques urbanos en las grandes ciudades del siglo XIX culmina con la obra de Frederick L. Olmsted. Su propósito era equilibrar su desarrollo dotándolos de lugares de reunión y sentido cívico, reintegrando la naturaleza en el organismo urbano.
La gran obra de Olmsted es el Central Park de Nueva York en 1858. Este se localiza en la única área reservada para uso público. Se caracteriza por el extremado contraste entre la regularidad de su contorno y la libertad de su organización. Pretendía crear un contraste en la ciudad. En él se combinan los tratamientos paisajísticos observados por Olmsted en Inglaterra con la conservación del terreno rocoso y la inclusión de instalaciones de recreo popular. La vegetación se distribuye desordenadamente para obtener efectos de naturalidad espontánea y, como culminación, en uno de los extremos del parque, se coloca un gran lago.
Tres redes de recorrido interior se combinan con las vías transversales que mantienen el tráfico entre los barrios adyacentes, atravesando el recinto sin afectarle en exceso gracias al uso de cruces a desnivel. Por último, se coloca y distribuye instalaciones de carácter cultural y recreativo consiguiendo el equilibrio entre la naturaleza y la ciudad.
Aún quedan historias por contar
Los jardines, tanto públicos como privados, reconcilian lo urbano con lo natural. En un primer momento, eran sinónimo de aristocracia y poder, pero la propia evolución histórica permitió su integración en la vivienda privada de la clase media y, más tarde, en la disposición del espacio público de las ciudades. Incluso algunos arquitectos contemporáneos, como Frank Lloyd Wright, hicieron de la vivienda y los jardines una sola unidad mediante sus Casas de la Pradera y su concepción de la arquitectura orgánica.
El Bosque Vertical de Milán da buena cuenta de que las zonas verdes, aún en la actualidad, son sometidas a una redefinición constante. Nos encontramos, por tanto, en los albores de nuevas historias que los jardines y sus visitantes estamos ansiosos por explorar.
Estudiante de cuarto curso de Arquitectura en la ETSAM. Formo parte de la representación de estudiantes de mi Universidad. Interesada en el Urbanismo. Apasionada de la literatura y el cine. Muy sociable y creativa.