Anatomía de un instante (Javier Cercas, 2009) se trata de un ensayo histórico, aunque tal y como confiesa Cercas en el prólogo del libro (paradójicamente titulado «epílogo de una novela») su intención inicial era la de una novela de ficción, pero cuando comenzó a documentarse para ella, entendió que no cabía el género al comprender que el golpe a la democracia ya tenía su dosis de ficción. En él, relata el momento (el «instante») en el que Adolfo Suárez se queda clavado en la silla, pero también el vicepresidente Gutiérrez Mellado y el líder del PCE Santiago Carrillo, mientras el coronel golpista Tejero entra a tiros en el hemiciclo dispuesto a poner en jaque el sistema democrático recién construido.  

A partir de esta premisa, se desarrolla el ensayo en el que desgrana los factores que provocaron que ese golpe se produjese. Siempre sin olvidar el significado histórico de los gestos de los tres políticos. 

Anatomía de un instante está dividida en cinco grandes partes, con sus correspondientes subpartes, más un prólogo («epílogo») y un epílogo («prólogo»), estos últimos construidos justo al contrario, debido a su idea inicial de redactar una novela.  

Las partes del golpe

La primera parte la titula «La placenta del golpe» y dedica cada sección a dar una visión específica de aquellos actores (políticos o no, no todos lo eran) que, de una forma u otra, con más atino o menos, con más consciencia o menos, habían fomentado el 23F. La prensa (principalmente la conservadora y la ultraderechista), el ejército (mayoritaria y esencialmente franquista) y Alianza Popular (Fraga podría haber ocupado el puesto de Suárez cuando el rey decidió la vía democrática y el viraje más centrista –incluso de izquierdista, al aprobar la legalización del PCE– también había sido recibido muy mal por la coalición conservadora).

Pero también la Iglesia (el presidente de la CEE era amigo de Suárez hasta que este aprobó la ley del divorcio, lo que supuso el enfrentamiento también en lo ideológico), el PSOE (un joven González se veía con muchas posibilidades de poder, con un partido de izquierdas firme y relegando a un segundo plano al PCE), su propio partido (en UCD, Suárez era incapaz de mitigar revueltas en su contra y tampoco era capaz de mantener el liderazgo del gobierno) y el papel secundario de otros actores como EEUU y el CSID. 

La segunda parte («Un golpista frente al golpe») versa sobre Gutiérrez Mellado, el único militar en el Gobierno de Suárez y que fue partícipe del alzamiento militar franquista contra la Segunda República en 1936. A pesar de su pasado golpista, había favorecido la construcción de la democracia, lo que le hizo pasar rápidamente de «respetado» a «enemigo» dentro del ejército, pues también intentó democratizar el cuerpo. El gesto del vicepresidente responde a unos valores de jerarquía que nunca perdió, pues entendía que los guardias civiles golpistas estaban rompiendo la cadena de mando al ordenarle aquel que se retiraran del hemiciclo, al cometer, por tanto, una subordinación. 

«Todos los golpes del golpe»

La tercera parte («Un revolucionario frente al golpe») refleja la figura de Santiago Carrillo, líder del PCE y llamado a ser el principal protagonista de la izquierda hasta que en las primeras elecciones se vio relegado por el PSOE. Las renuncias ideológicas que tuvo que hacer Carrillo para conseguir la legalización de su partido en abril de 1977 y su profunda amistad con Adolfo Suárez fueron los principales recuerdos sobre su figura (no exenta de polémicas), la misma que se mantuvo rígida en su escaño a modo de defensor de los valores democráticos. 

La cuarta parte («Todos los golpes del golpe») recorre las vidas y razones de los tres principales golpistas: Antonio Tejero (lo operativo), Milán del Bosch (lo militar) y Alfonso Armada (lo político). Diferentes en sus tesis y convencimientos políticos (la antidemocracia y la antimonarquía no la compartían todos, unos sí y otros no, otros a medias), lo que tenían claro es que el régimen era insostenible y Suárez era un traidor por, entre otras cosas, legalizar al PCE y no continuar con las esencias franquistas. 

La quinta parte («¡Viva Italia!») Cercas la dedica a la figura política de Adolfo Suárez, al que consideraba como un buen político resolutivo y solvente, a pesar de sus últimos años turbulentos en los que era una «persona políticamente acabada y personalmente roto», fue una gran autoridad democrática para frenar el derribo de la democracia que él había construido, a pesar de provenir de El Movimiento, el partido único franquista. 

¿El 23-F es una ficción?

Creo que la obra de Cercas es un instrumento valiosísimo para comprender un hecho fundamental de finales del siglo XX. El 23F es ya, para muchos, una ficción, incluso sus protagonistas, como afirma el propio autor emulándolos a la figura de Churchill en Inglaterra.  

La historia se puede refrescar no solo en los libros, sino en los propios archivos audiovisuales de RTVE, y es en ellos en los que Cercas encuentra una figura fundamental sobre la que girar el relato: la rigidez en el escaño de Suárez, Gutiérrez Mellado y Carrillo. La elección es esencialmente brillante: no solo por su alto contenido simbólico (y que quizás hasta el momento de lectura del libro, insignificante u olvidado) sino como recurso sobre el que articular una historia que, tras las divagaciones históricas necesarias, vuelve a sí misma. Pero lo más genuino de esta elección es que Cercas consigue que se visualicen perfectamente las imágenes que narra con las descripciones que realiza, principalmente con la que abre, en cursiva, cada una de las cinco partes.  

‘Anatomía de un instante’, más allá de su escritura

Abrir cada una de las secciones de la primera parte con la misma pregunta, pero cambiándole el sujeto protagonista tampoco es baladí. La narración histórica (y su correspondiente documentación) en la que habla de los años previos al golpe y cómo las circunstancias externas al propio gobierno y en diferentes actores eran proclives a un atentado contra la democracia, también arroja luz sobre partes quizás no tan conocidas para el grueso de la población, fuera del «pequeño Madrid del poder».  

La escritura de Cercas es característica y fina y no seré yo quien la ponga en duda. Pero Anatomía de un instante hay que valorarlo más allá del modo en el que está escrito (que es lo que hemos hecho hasta ahora), sino lo que cuenta. El cacereño afincado en Catalunya desgrana episodios de la política de la Transición que no solo ayudan a entender (hasta cierto punto, no estoy justificando ni legitimando, ni mucho menos, el golpe) los motivos que pudieron llevar a Tejero y compañía a entrar a tiros al hemiciclo, sino comprender de una forma amena todos los vaivenes políticos acaecidos en aquella época, tanto para el público que lo vivió como para aquellos que lo vemos desde la lejanía en plena consolidación democrática.  

Hay que comprender el pasado para ver dónde estamos

En definitiva, y a modo de síntesis, Anatomía de un instante constituye un pilar básico en la formación histórica de cualquier español, independientemente de su ideología o del grado de interés en la materia. El ensayo de Cercas representa un brillante ejemplo de narración de procesos políticos trascendentales y vitales, con un trazado justo para con los hechos y sencillo de comprender, con la dosis requerida de objetividad, pero también con el ápice necesario de posicionarse frente a lo ilegítimo que además atentaba contra la libertad y el trabajo (y vidas) de muchas personas que construyeron la democracia.  

No se puede comprender la historia actual sin conocer qué sucedió antes y por qué estamos en el punto en el que estamos, y si hubo un elemento relevante en el periodo de la Transición (o postransición) ese fue el 23F, que también demostró que había actores dentro del sistema que no habían sido renovados o que, al menos, no habían aceptado la legitimidad del proceso democrático. Para esto, Anatomía de un instante se torna imprescindible. 

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Estudio Ciencias Políticas y Sociología en la UC3M y combino mi pasión por los fenómenos políticos y sociales con la cultura, elementos indisociables de una misma y compleja realidad. Desde pequeño me ha encantado escribir y lo utilizo como manera de evasión y difusión.


Un comentario en «‘Anatomía de un instante’ o lo que nunca tenemos que olvidar»

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