Creo que todos hemos oído hablar, al menos alguna vez, del Parque del Retiro. Madrid tiene muchos sitios donde perderse y este espacio verde es uno de los preferidos tanto por los habitantes de la ciudad como por los que la visitan. Pero estas semanas tiene un toque especial: el Paseo Fernán Núñez, al este del parque, se convierte en un hervidero de letras, gente y actividades. Las más de 300 casetas de librerías, editoriales y distribuidoras dan vida, durante 15 días, a un parque que ya tiene una historia propia: setenta y ocho años en los que las palabras se han asentado en el paseo con motivo de la Feria del Libro.

Un agradable primer paseo
Cartel de la Feria del Libro de Madrid 2019
Cartel de la Feria del Libro de Madrid 2019, diseñado por Sara Morantes. Foto: Feria del Libro de Madrid

Pasear por la feria antes de la apertura de tarde te da un adelanto de lo que será minutos después, cuando los primeros toldos comiencen a levantarse. Empezar desde uno de los dos extremos de la feria y avanzar hasta la otra punta mientras las casetas empiezan a mostrar los primeros ejemplares es un paseo único. Solo han llegado las primeras familias; algunos de los niños fantasean con abrir ellos mismos una de las casetas. Además de aquellas, los más “madrugadores” (¿es posible decir eso por la tarde?) ya están haciendo cola para que los autores más reconocidos les firmen sus ejemplares. Cuando menos te lo esperas, estás inmerso en una marea de gente que navega entre casetas: la propia corriente te lleva a curiosear todas y cada uno de los mostradores que encuentras a tu paso, ya abiertos para ofrecerte incluso hasta aquel libro que no encontrabas por ninguna parte.

La pausa de la poesía

Sigues avanzando, intentando hacerte hueco entre la multitud, ya sea para alcanzar la librería que deseas ojear o para seguir la ruta. Y en medio de todo, alcanzas un punto que, de forma automática, te da la pausa. El espacio se hace más grande, pues el paseo se ensancha, pero inevitablemente terminas concentrándote en un solo punto: un joven sentado en un pequeño taburete. Frente a él, una discreta mesa con un par de folios y una máquina de escribir. Un cartel, hecho a mano en cartón, te explica quién es: Darío Peinado, al que le tienes que dar una palabra y él te devolverá, al instante, un poema a partir de dicha palabra.

Rostros conocidos y pequeñas librerías

La megafonía recuerda, de vez en cuando, la inmensa cantidad de autores que firman esa tarde en la Feria del Libro. Contrasta ver largas colas para algunos pocos con otros que apenas reciben visitas, y de los que quizás nos estemos perdiendo un mundo por descubrir. Es reseñable ver, aunque ya se puede observar sin la celebración de la Feria del Libro, que los que más atraen no son propiamente escritores, sino personas de otros ámbitos artísticos. Entiéndeme, no quiero ser elitista, pues no pienso que los autores de libros tengan que pertenecer a un gremio cerrado o que haya que repartir carnés para poder escribir; sino que muchas veces, para la publicación de nuevos libros, se prioriza un rostro conocido (como un cantante, por ejemplo), para que, al final, ni siquiera la mitad del libro haya sido escrita por él.

Un paseo por la Feria del Libro de Madrid
La Feria del Libro toma el Parque del Retiro. Foto: Tripticum

Cuando ya has recorrido casi toda la Feria del Libro y has conocido multitud de autores, ejemplares y librerías nuevas, te topas con una caseta de un reconocido hipermercado, que también ha aprovechado el momento. El Paseo Fernán Núñez, una vez al año, se convierte, quizás, en el único momento en el que cualquier librero puede competir de tú a tú, en igualdad de condiciones, frente a las multinacionales. La cuestión de que cada vez vayan cerrando más librerías no es porque la gente ya no lea o prioricen la lectura digital (que también), sino que se ven incapaces de competir con los grandes espacios.

Para todos los públicos

La radio también tiene su hueco en el Parque del Retiro. La SER u Onda Madrid son algunos de los medios que han estado retransmitiendo, en directo, sus programas a pie de libro. Y la incombustible radio joven de M81, que con su estand permanente aporta la frescura que más de una vez necesitamos.

Al paso de un buen helado o de una bebida fresca, en la Feria del Libro se reúnen todo tipo de perfiles: jóvenes o mayores; con la familia o con los amigos; solo o acompañado; los que aman la lectura u otros que estaban por allí de paso y decidieron curiosear; aquel que mira ansiando poder adquirir ese ejemplar o aquella que lleva ahorrando algunas semanas para comprarse unos buenos libros. Y para todos ellos, la Feria del Libro tiene un hueco, ya sea en forma de actividad (que se celebran en los diversos pabellones centrales), de recital, de debate sobre el estado de la literatura, de novela, de poemario o, simplemente, de paseo.

La Feria del Libro es un evento imperdible, de esos que tienes que vivir al menos una vez en la vida. Da igual que no compres, un mero paseo bastará para respirar un aire diferente, para empaparte de letras, y para disfrutar viendo a muchas personas emocionadas por ver todos los ejemplares que buscaba, o a muchos padres enseñando a sus hijos el placer de la lectura. El Parque del Retiro siempre está abierto para que des un paseo, pero ninguno tan bueno como el de la Feria del Libro.

Recomendaciones
  • Autorretrato sin mí. Fernando Aramburu, Tusquets Editores, 2018.
  • El gorrión y sus cómplices. Andrés Trapiello, Pre-Textos, 2004.
  • Intramuros. Jaime Cedillo, Librerantes, 2019.
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Estudio Ciencias Políticas y Sociología en la UC3M y combino mi pasión por los fenómenos políticos y sociales con la cultura, elementos indisociables de una misma y compleja realidad. Desde pequeño me ha encantado escribir y lo utilizo como manera de evasión y difusión.


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