Preparen las palmas, las arrugas de las comisuras de sus labios y unas ganas de vivir, que viene el concierto de El Kanka. La gira Payaso. El Rescate aterriza el próximo 11 de abril en el Auditorio Alfredo Kraus de Las Palmas de Gran Canaria y el 1 de mayo en El Sauzal, en Tenerife, como una de las citas de este encare del proyecto del cantautor malagueño al coronavirus. Está intentando mantener el equilibrio con la cobertura telefónica mientras prepara sus éxitos, baladas, tropelías y versatilidades lingüísticas y musicales para sus valerosos y aguerridos seguidores. Juan Gómez Canca, su nombre de pila, habla con la honestidad de quien ha cocinado un trabajo de vida, tan lento y detallista que se emociona al llegar a la década sobre las tablas de un escenario o en la pantalla de un móvil, además, adelanta que en septiembre volverá al estudio para grabar su próximo álbum. Sin más, aquí lo tienen, con sus palabrotas y muletillas, intentando aportar algo de luz a este mundo con sus letras.
¿Esta gira es un intento por rescatar la normalidad? «No creo que se deba de considerar un intento de recuperarlo, por cómo son los conciertos ahora con todas las medidas de seguridad y sus aforos pequeñitos. Esta gira, la verdad, se hace porque la del año pasado se nos jodió, como a todo el mundo, y dada la situación, con la incertidumbre y el miedo, en su momento nos inventamos una a guitarra y voz. Hicimos casi cuarenta conciertos, pero este año, aunque siga siendo raro todo, simplemente hemos querido reivindicar a la banda y al grupo y adaptarnos a lo que hay, como en Las Palmas, donde vamos a hacer dos pases. Es un curro bastante grande para que todo el equipo trabaje, esperando hacer veinte o treinta directos con la mayor garantía».
¿Cómo se han tomado el reencuentro en la banda? «Es casi una heroicidad lo que estamos planteando, ¿no? Hay grupos que se han quedado sin gira, o en stand-by, o que estaban en ello el año pasado, se me ocurre Amaral o M-Clan manteniendo el proyecto con una o dos personas. La cosa es adaptar el proyecto de cualquier forma, vaya, creo que la mayoría de la gente que se dedica a lo nuestro se ha adaptado en lo que ha podido y ha hecho un esfuerzo».
Conociendo al sector de la música, de las salas y la producción, ¿cuáles son las sensaciones desde dentro? «Ahora, entre comillas, hay una escena mejor que la del año pasado debido a que se ha adaptado la cosa. Algunas salas, desgraciadamente, han tenido que cerrar o reubicarse, sobre todo las pequeñitas como aquí en Madrid La Fídula, en la que podían caber cien personas y han tenido que irse a otro sitio porque les salía más barato el alquiler. Por la gente con la que tengo confianza del mundillo, no dejan de estar jodidos, igual que en la hostelería, sin ir más lejos. En el caso concreto de la música es como un bien que podría tildarse de imprescindible…».
«¿Cuántos hemos sobrevivido psicológicamente en el confinamiento gracias a la cultura?»
Entre comillas también. «Evidentemente, todos podemos vivir sin ir a un concierto, es mucho más importante comer, pero sí que a un nivel casi romántico o espiritual tiene una importancia y un peso. No sé cuánto tiempo vamos a estar así, pero la cultura también es un alimento. Sin ir más lejos, ¿cuántos hemos sobrevivido en el psicológicamente en el confinamiento gracias a ver películas, escuchar música, ver series o monólogos, lo que cada uno quiera? Imagino un mundo en el que todo está a medio gas y me parece muy triste. Deberían haberse hecho más cosas, aunque yo no hubiera sabido de ser político cómo gestionar esta película tan complicada. Pero un poquito de apoyo. Tengo compañeros, desde técnicos hasta músicos, un montón de puestos de trabajos que están en el aire que dependen de la capacidad de adaptación de cada uno, y es triste que algo, en el fondo, tan importante como la cultura esté tan coja ahora mismo».
Rescatando uno de tus grandes éxitos Lo mal que estoy y lo poco que me quejo, ¿es momento de mantener esa filosofía o al carajo y más vale desahogarse? «Lo mío es, afortunada o desgraciadamente, una cuestión de carácter. En general, tiendo a ver lo constructivo de todo. También te digo que mi situación ha sido fácil. En mis carnes no he vivido el «joder, no voy a tener para llegar a fin de mes». He trabajado y tuve esa suerte durante el año pasado, al contrario que muchos de mis compañeros. No he vivido momentos reales de angustia. Lo que vengo a decir es que es muy fácil hablar desde mi posición, pero creo que dentro de las dificultades sigue habiendo cosas por las que estar contento y a las que agarrarse. Por más que estemos confinados sigue existiendo el amor y la risa, por nombrarte dos cosas maravillosas. Habrá que agarrarse a eso y tener un poquito de paciencia».
Grabaste hace poco con Carlos Palacio la canción El fin del mundo, donde hablas de la mierda que corre por el río, y justo coincidía con las protestas por Pablo Hásel, las concentraciones de Vox, Madrid, ¿fuiste tal vez un poco pitoniso? «[Risas]. Creo mucho en la sabiduría del refranero, y eso de que las desgracias nunca vienen solas me parece un éxito. Por ejemplo, lo que está pasando a nivel político está afectado por el virus, por supuesto, la gente está nerviosa, hay incertidumbre, ¡todo eso se tiene que notar! Hasta en la toma de decisiones de los políticos, que no tienen ni puta idea de lo que va a pasar. Seguro que todo lo van a hacer peor, y si nosotros vamos a votar ahora seguro que también lo haremos peor, con menos inteligencia, porque estamos asustados, y si pasa una desgracia y estamos tan sensibles es posible que el ser humano cometa alguna tontería. Al final, me parece normal que todo lo malo se junte por una cuestión de causa-efecto».
El Kanka se pronuncia: «Me parece una locura que se emprendan acciones legales por lo que alguien pueda decir en una canción»
¿Y esa afectación la notas en tu campo como cantautor, volviendo a Hásel? «Lo de Pablo Hásel me parece un ejemplo complicado, no estoy informadísimo, pero algo he leído sobre su situación. En lo que concierte exclusivamente en lo que dice en sus canciones, joer, obviamente me manifiesto en contra [de su acusación]. En el arte, en general, todo es ficción y, más allá de que pueda haber sido una barbaridad, no creo que deba tomarse como una amenaza, como ya pasó con Valtònyc o Los Titiriteros. Es como si no pudiésemos hacer un retrato ficticio de un maltratador, lo cual no significa que su director o creador esté a favor del personaje que ha creado. Esto responde a una inercia en nuestra sociedad que en cierto sentido me parece positiva como pasa si alguien hiciera un chiste racista en la tele: nos chirría. Quizás es una sensibilidad solidaria con el prójimo al molestarnos ese hecho.
Sin embargo, es muy delicado cuando afecta a la libertad de expresión puesto que en la ecuación que establecemos habría de ocupar una posición importantísima. Una x que no sea fácil de despejar, si se me permite el símil. Habría de ser sagrada en ese sentido. Me parece una locura que se emprendan acciones legales por lo que alguien pueda decir en una canción, y sí que los cantautores nos vemos afectados, a pesar del esfuerzo que hacemos por componer desde la libertad absoluta uno no es ajeno a su tiempo y seguro que, inconscientemente, vamos con cuidadito. En mi caso, no lo noto en la composición, pero sí en lo que digo en redes, me lo pienso muchísimo, porque se arma un follón a la mínima. No pretendo salvar el mundo, solo soy una persona que se manifiesta con libertad, aunque tampoco quiero organizar una guerra virtual».
No has sido un autor polémico, ¿ha sido una decisión deliberada? «No soy una persona polémica. Con mis amigos discuto, no obstante, soy una persona diplomática e integradora. Es una cuestión de carácter, como te decía antes. Pecamos mucho de pensar que tenemos la razón, atacar a la mínima, lo cual pasa mucho en política, donde parece que alguien de derechas no puede formar un gobierno con los de izquierda porque supondría su muerte política. Un tío del PP y un tío de Podemos parece que no se pueden llevar bien. Me parece absurdo. Los seres humanos somos mucho más que eso, y deberían de poder tomarse una caña, hasta un tío de VOX y del PSOE, sentarse y discutir desde la cordialidad, coño. Parece imposible. Como soy así, tampoco tendría sentido que intentara armar gresca en mis canciones, a pesar de que en ellas se me ve el plumero. Lo digo en todo caso desde la burla, una ironía, y me consta que tengo contrarios a mis ideales e incluso puede que les haga gracia que me meta con ellos».
¿El Kanka tiene haters? «Sí que tengo alguno. Siempre hay. Las redes son ese hervidero y, afortunadamente, me sigue bastante gente, y en alguna cosa en la que me he manifestado muy respetuosamente hay alguien que se caga en mis muertos. Con respecto a la canción de autor, donde se ha hablado de la intencionalidad del mensaje, respeto también a aquel que quiera escribirle canciones a su novia. Igual eso también hay que verlo en la vida real, cuando tal vez no se mueven del sofá a pesar de las canciones reivindicativas. Me parece muy simplista decir que hay un solo tipo de cantautor».
«Si me dijeras hoy, tío, ¿te cambias por C. Tangana? Joder, me daría mucho vértigo»
Ahora que estamos de aniversario, ¿dónde estabas hace un año? «Pues mira, me fui a Barcelona a hacer promo de la gira que jamás se hizo. Iba en el tren riéndome, diciendo que esto era como la gripe de los pollos, y cuando ya volvía me cambió la perspectiva. Unos días después nos encerraron, fuimos aplazando los conciertos y nada, me metieron en mi casa y bastante flipado, como todo el mundo».
¿Cómo viviste a nivel profesional y personal la evolución de aquellas redes que se dieron para aprovecharlas al máximo? «Estaba flipado con todo lo que estaba pasando y no pensé que fuera a durar tanto. Mi trabajo con las redes, hablando con mi manager y el equipo, empezó con el propósito de aportar algo al momento con una cover o una canción mía con lo único que sé hacer: cantar. A mí me vino muy bien psicológicamente teniendo ese quehacer diario entonando a Aute, Extremoduro, aprendérmela, buscar los acordes, darle mi rollo, hacer las tomas antes de grabarla, y a ver qué dice la gente. Vivo solo, me llevo bien con la soledad, pero echaba de menos la interacción. Era muy gracioso ver la reacción de la gente ante lo que subía, con tanto cariño, me consta que había peña que quedaba a echarse una cervecita y ver qué tenía ese día. Mira qué cosas más bonitas. Es más, me escribían diciendo que tenía cara de penilla, que si estaba más delgado y comía bien, cosas así. No me lo planteé como algo meramente profesional sino personal, teniendo en cuenta que noté un crecimiento a nivel de seguidores. Eso lo noté con los shows. En ellos hay un apoyo brutal y creo que es como una especie de agradecimiento mutuo por habérmelo currado en aquella época, un cariño extra por lo hecho».
Lo virtual se ha convertido en imprescindible. «Totalmente. Además de que el consumo digital es el grueso, nos funciona muy bien a proyectos como el mío la verdad de esos directos o acústicos que grabamos, mientras más natural, orgánico, mejor. Mucho más que los videoclips, que es más para estilos como los de la Rosalía, que son casi pequeñas superproducciones. Mis canciones no suenan en la radio, pero en las redes sociales tengo a mi grupo de valerosos y aguerridos seguidores que se enteran de mi camino. Lo virtual tiene un peso gigante. Hay artistas que se han abierto cuentas en Patreon y ya realizan streamings remunerados, sabiendo que la música en directo no va a morir nunca porque la pantalla no logra alcanzar esa experiencia insustituible, tal y como se ve en la gente yendo a pesar de las incomodidades».
Hablando de Rosalía, hace unas semanas C. Tangana lanzó El Madrileño. ¿A ti te gustaría dar el estrellato? «Hay un punto de ego en casi todo artista en el que a uno le gusta que sus canciones llegue al mayor número de gente posible. Siempre está ese punto. Diciendo esto, me imagino que será mucho más difícil ser C. Tangana que El Kanka. Yo me doy una vuelta por mi barrio y no hay problema ninguno, y me pasa que me paran para una foto, gano lo suficiente para vivir con dignidad. No sé si me cambiaría por ellos. Desde el equipo siempre intentamos mantener el equilibrio entre los seguidores y alcanzar a un nuevo público, esa es la inercia de la profesión. Si me dijeras hoy, ahora, tío, ¿te cambias por C. Tangana? Joder, me daría mucho vértigo. Soy una persona tímida y pasar de veinte a 100 o 300 año tras año me ha venido bien psicológicamente».
Hace una década sacaste tu primer disco, ¿cómo has sentido, desde la perspectiva de Juan, crecer el proyecto?
Una declaración final en su voz, con alguna risa tamizada.
Periodista. "Porque algún día seré todas las cosas que amo".