Hace casi dos décadas que el actor Paco Rabal exhaló su último suspiro. Sin embargo, su estela sigue viva porque su reconocimiento internacional va más allá del inevitable paso del tiempo. Para muchos, Paco Rabal es uno de los mejores actores, guionistas y directores del pasado siglo o simplemente como diría mi padre: «El mejor de todos». No es necesario irse muy lejos para recoger los frutos de su éxito, tan solo basta con prestar atención a sus orígenes. Porque en la Región de Murcia tenemos mucho de lo que presumir y Paco, sin duda, es uno de nuestros tesoros más preciados.
Proveniente de una familia humilde, Paco Rabal nació en 1926 en la Cuesta de Gos, un pequeño enclave de la localidad murciana de Águilas rodeado de un paisaje montañoso con vistas al Mediterráneo. Al inicio de la guerra civil española, su familia decidió trasladarse a la capital, donde comenzaría su carrera artística, alentado por el poeta de la generación del 27 Dámaso Alonso.
«No quiero que la milana me se vaya»
Mientras el pájaro prende el vuelo para posarse de nuevo sobre su hombro, Azarías, el personaje interpretado por Rabal en la película Los santos inocentes (1984) pronuncia esas palabras que han pasado a la posteridad. Con su milana bonita y la ternura e inocencia que desprendía su personaje, Paco Rabal conquistó al público en la adaptación cinematográfica de Mario Camus de la novela homónima de Miguel Delibes. Rabal quiso que la milana nunca se fuera y bautizó como Milana bonita a la casa en la que pasó sus últimos años, una casa situada a orillas del mar en la pedanía aguileña de Calabardina.
Aunque ya había debutado anteriormente como actor, la carrera artística de Paco Rabal despegó indudablemente con el éxito de Los santos inocentes, una de las películas más taquilleras de ese año en España. Junto con Alfrendo Landa ganó el premio ex aequeo en la categoría de Mejor actor en el Festival de Cannes de 1984, reconocimiento que repitió Rabal en los Fotograma de Plata.
«Qué bien se está cuando se está bien»
Un sublime Paco Rabal sentado frente al mar Mediterráneo, en profunda paz y calma protagonizó con estas palabras que se convirtieron en su lema vital la escena final de la película Pajarico (1997) dirigida por Carlos Saura. La película narra la historia de Manu, un chico de diez años que pasa las vacaciones de verano en Murcia con su familia paterna —Rabal interpretaba al abuelo— mientras sus padres se están divorciando.
Y es en Murcia donde Paco mejor se sentía y en concreto en su ciudad natal, Águilas. En 1974, organizó la oposición para frenar la instalación de una central nuclear en la Marina de Cope (Murcia), proyecto que finalmente fue retirado. Sus últimos años los pasó en su residencia en Calabardina frente al mismo mar que miraba su personaje en Pajarico, con esa mirada impregnada de tranquilidad y sosiego.

El homenaje de Rafael Alberti a Paco Rabal
Un invitado habitual a su pueblo natal era el escritor Rafael Alberti, quien dedicó estas líneas al actor: «Donde me hice gran amigo de él fue en Roma, en el momento en que Paco pierde su peluca y aparece con todo el esplendor de su cráneo de gran actor, que luce y reluce hasta ahora mismo. Con Paco me encuentro de tarde en tarde, pero siempre nos entendemos y lo pasamos realmente bien. Hace muy poco he estado en Águilas, la ciudad murciana donde nació y donde tiene una casa preciosa en la playa de Calabardina, en la misma orilla del mar. Allí hemos estado paseando, divirtiéndonos, bromeando con las cosas más inesperadas, María Asunción Mateo, el joven poeta Luis Muñoz y yo, junto a Paco, su hermana Lolita y su extraordinaria mujer, Asunción Balaguer, durante unos cuantos días realmente inolvidables».
Alberti, además escribió esta coplilla a su amigo: «Paco Rabal, aquí estamos, / en la calle casi juntos. / Somos un buen par de puntos, / toreros de mar, y hermanos. Y así nos imagino realmente, en estos días felices de Águilas, toreros del mar, y hermanos».
El otro Goya que murió en Burdeos
El joven Pedro Almódovar de por aquel entonces no dudó en apostar por Paco Rabal e incluirlo en el reparto de su película Átame (1989) dando vida a Máximo Espejo, un viejo director de cine confinado en una silla de ruedas después de un derrame cerebral.
Seis años después de recibir la medalla de oro de la Academia de Cine española, de nuevo bajo la dirección de Carlos Saura ganó en 1999 el Premio Goya al mejor actor protagonista por su interpretación en la película Goya en Burdeos. Tan solo dos años después, en 2001, como si de una jugada del destino se tratase, Paco Rabal murió en Burdeos cuando regresaba a España en avión desde Montréal. Rabal murió en la misma ciudad que el famoso pintor —y tocayo— Francisco de Goya, el mismo a quien había interpretado y que le hizo merecedor de un galardón con su mismo nombre.
El recuerdo imborrable de Paco Rabal
Tras su muerte, Miguel Delibes dijo: «En realidad, su dinamismo era tan grande que no podía morir de otra manera que yendo de acá para allá». Paco Rabal fue incinerado y enterrado bajo un almendro en su pueblo natal, aunque actualmente sus restos se encuentran en el cementerio de Águilas. La ermita en la Cuesta de Gos con la estatua de Rabal sedente e imponente es visita obligada en la Región de Murcia, de donde es Hijo Predilecto desde 1992. El actor donó a la Casa de Cultura de Águilas los numerosos premios que consiguió a lo largo de su carrera.
Paco Rabal es recordado por todos por su carrera artística y su gran trabajo en el mundo del cine; un actor que nunca olvidó sus raíces ni el mar que lo vio nacer, el mismo mar y los mismos lugares que me han visto a mí crecer. Porque nunca hay que olvidar de dónde venimos para saber a dónde vamos.