Hace unos meses, cada miércoles por la noche, encendía la televisión y veía el programa Las tres puertas, presentado y dirigido por María Casado. Siempre me han gustado los programas de entrevistas. Aprendo escuchando a la gente hablar y, en ocasiones, también me siento identificada. Cinco personajes importantes de nuestro país de diferentes ámbitos acudían cada semana a charlar animadamente con la presentadora durante unos veinte minutos.
En una de esas semanas, me topé con la figura de Marian Rojas, una psquiatra española, que captó mi atención desde el primer momento. Su manera de hablar pausadamente, su forma tan natural de expresarse y su carisma hicieron que escuchase atentamente todo lo que decía. Yo, por aquel entonces, no sabía quien era. Ni siquiera me sonaba su nombre. Pero pronto lo descubrí.
Marian Rojas cerró el noveno programa de Las tres puertas, compartiendo plató con otras invitadas de la talla de Rosalía, Juana Acosta y Ana Milán. Me sorprendió saber que Ana Milán y Marian Rojas habían forjado una gran amistad a raíz de que la psquiatra tratase a la actriz en consulta durante muchos años.
Gestionar las emociones
En el momento en el que se emitió el programa, yo estaba bastante estresada (y con la tensión por los suelos) con entregas finales y demasiadas asignaturas a cuestas. El momento en el que me tumbaba en el sofá por la noche y me ponía a ver la televisión era mi único rato de paz durante la jornada. De todos los conceptos técnicos que se numeraron durante la entrevista, quizás el que más se repitió fue el ya famoso «cortisol», la hormona del estrés que se activa en momentos de angustia y de incertidumbre.
Rojas explicaba que cada uno de nosotros tiene una personalidad y que dicha personalidad se transforma en momentos de estrés, en los que nuestro cuerpo permanece en «modo alerta». Pero lo importante es saber identificar qué es lo que nos provoca que nos suba el cortisol. En mi caso, estaba claro. Este verano quise saber más sobre el tema y me leí su primer libro Cómo hacer que te pasen cosas buenas, en el que esta hormona protagoniza más de la mitad de sus páginas. La psiquiatra ejemplifica aquello que va desglosando con vivencias propias y también de los pacientes que acuden a consulta.
Qué importante es la infancia
Después de leer este primer libro (poco a poco, porque hay mucha información que procesar), me animé con Encuentra a tu persona vitamina, que deja atrás el cortisol y se centra en el estudio de otra hormona fundamental: la oxitocina. Es fundamental conocer nuestras figuras de apego, analizar la relación con nuestro entorno y saber identificar a aquellas personas que sacan lo mejor y lo peor de cada uno de nosotros.
Sin duda, el capítulo que más me llamó la atención fue el que habla de la importancia de la infancia a lo largo de nuestra vida. Rojas afirma que todos tenemos traumas (por pequeños que sean) de nuestra etapa infantil y que estos nos van acompañado a lo largo de nuestra vida, marcando nuestra relación con los demás y nuestra capacidad de empatizar, entre muchas cosas. La infancia es la base de todo.
Este verano he aprendido que el 91,4% de lo que nos preocupa nunca sucede, pero que nuestro cerebro no distingue lo que es real de lo que es imaginario; que si mi hermano está medio atontado es porque tiene la corteza prefrontal apagada por haberse enamorado; que el cortisol me sube más rápido de lo que a mí me gustaría; que siempre he tenido unos «padres vitamina» y que el baño mañanero en la playa es la mejor terapia en verano.