Comparto con mi tía Mari, además del carácter, la pasión por la lectura. Muchos de los libros que leo son suyos y algunos de los que ella lee son míos —aunque más lo primero que lo segundo—. Suelo leer en verano que es cuando más tiempo tengo. No es el que el resto del año no lea, pero suele tratarse de libros para la carrera y a contrarreloj, y el disfrute no el mismo. Leer sin exigencias y sin fechas límite solo lo hago en las vacaciones de verano, mientras me tomo un café con hielo en la tumbona de la casa de la playa bajo la sombra de la morera.

Hace unos cinco o seis veranos, mi tía Mari me recomendó los libros de Javier Sierra. Tras superar la época de los libros empalagosos y románticos de Blue Jeans y Federico Moccia que acabé aborreciendo, necesitaba descubrir nuevos escritores y géneros narrativos. Reemplacé el verano que pasé con Paula a los doce años —de la trilogía Canciones para Paula de Blue Jeans— por un verano con Javier.

El maestro que (des)aparece en el Prado

El primer libro que me prestó mi tata Mari fue El Maestro del Prado y las pinturas proféticas. No sé qué me sorprendió más, si la trama de la novela en sí o comprobar que tenía base autobiográfica y que a Javier Sierra, en mayor o menos medida, le ocurrió lo mismo que al protagonista. Un joven recién establecido en Madrid visita el Museo del Prado. Allí, tiene curiosos encuentros con un misterioso personaje que desaparece cuando se acercan visitantes y que le revela los enigmas y misterios que se esconden detrás de las pinturas más célebres.

Recorriendo los pasillos y las diferentes salas del Museo del Prado, nos adentramos en las obras de grandes artistas como Rafael, Leonardo Da Vinci, Tiziano, Botticelli, Juan de Juanes, Murillo, Brueghel el Viejo, El Greco y cómo no, El Bosco y su maravilloso tríptico El jardín de las delicias. Junto a estos artistas desfilan políticos, escritores, pensadores, Papas y personas ilustres de la Iglesia de todos los tiempos involucrados de lleno en el significado de los enigmas escondidos en los lienzos, desde conspiraciones, herejías y visiones místicas hasta mensajes procedentes de «otro mundo».

Visitar el Prado para encontrar las claves

Saber mirar más allá de lo que tenemos ante nosotros, tener la capacidad de interpretar los símbolos y entender la esencia del arte son algunas de las lecciones que se obtienen tras la lectura de esta novela. Como afirma el personaje que encarna al maestro del Prado, Luis Fovel: «El arte solo funciona cuando maravilla». A lo largo de la obra, se desvelan los misterios escondidos dentro de los óleos, no solo poniendo los ojos en las figuras principales representadas, sino también en los pequeños detalles impregnados de simbolismo. Además, la variedad de tramas tratadas nos traslada a otras grandes galerías como el Museo del Louvre en París o el British Museum en Londres.

Observar las imágenes de los cuadros que incluye el libro no es suficiente y el lector quiere ver de primera mano cada pintura profética mencionada, cada enigma resuelto, cada historia paralela explicada y cada dogma cuestionado. Eso hice cuando fui a vivir —y estudiar— a Madrid. Visité el Museo del Prado, quizás con la esperanza de encontrarme a su maestro y que me desvelase algún misterio o al menos, que me explicase las claves ocultas de algunas pinturas.

Napoleón en las pirámides de Egipto

Durante ese verano leí más libros de Javier Sierra, especialmente los primeros publicados (La cena secreta, El ángel perdido, La ruta prohibida). En 2014, un año después del éxito de El Maestro Prado, publicó La pirámide inmortal, una versión actualizada de su anterior novela El secreto egipcio de Napoleón pero impregnada de una nueva esencia. La novela gira en torno a la inmortalidad, uno de los grandes misterios de la humanidad.

Es agosto de 1799, las tropas francesas han desembarcado en Egipto y un joven general llamado Napoleón Bonaparte ha llegado al país con algunos objetivos estratégicos en mente; el más importante de todos, desvelar los secretos sobre la civilización egipcia. Javier Sierra también quiso vivir de primera mano la experiencia de Napoleón y durante el verano de 1977, pasó una noche en la Cámara del Rey de la Gran Pirámide de Egipto.

«Aunque lo contara, no os lo vais a creer» , dijo Napoleón, quien durante esa noche tuvo que decidir entre dos caminos que serían cruciales en su destino. Pero en este trance no estaba solo, lo acompañaba una figura femenina a la que ya se habían enfrentado los antiguos faraones egipcios, Alejandro Magno e incluso Julio César.

Javier Sierra, un español top ten en Estados Unidos

El periodista Javier Sierra (Teruel, 1971) es el único escritor español contemporáneo cuyas novelas han formado parte del top ten de los libros más vendidos en Estados Unidos. Obtuvo el Premio Planeta de Novela 2017 por su novela El fuego invisible, sobre la búsqueda del Santo Grial. El 23 de junio publica su nuevo libro, El mensaje de Pandora, escrito durante el confinamiento y en el que «transmite un mensaje sereno sobre todo lo que estamos viviendo». No quedará más remedio que leerlo para comprobarlo.

Las novelas de Javier Sierra abarcan misterios científicos e históricos debidamente documentados. La curiosidad, el misterio y el espíritu aventurero están presentes en todas sus obras, además de estar ambientadas en lugares emblemáticos. Creo que, en la vida, hay que tener como referentes a los mejores. Y para mí, Javier Sierra es un gran referente, tanto en lo profesional como en lo personal.

Mientras que en mis libros de investigación traslado grandes preguntas al lector, en mis novelas pongo a funcionar mi imaginación para proponer respuestas que nos las despejen

javier sierra
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Creo que no es casualidad que haya nacido y crecido en una ciudad que se llama igual que uno de los grandes poetas de la historia: Lorca. Lorqui(a)na de corazón y estudiando Periodismo y Humanidades en Madrid, siempre me ha interesado todo lo relacionado con el mundo de las letras, en especial, el arte y la literatura.


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