Corría el año 1977 cuando un grupo de jóvenes (John Illsley, Pick Withers y los hermanos Knopfler) decidieron juntarse para dar forma a la banda de las «situaciones desesperadas» (en inglés, Dire Sraits). Su nombre alude a la difícil situación económica que atravesaban, pero escucharlo hoy trae a la memoria muchos otros vestigios. El guitarrista y solista de esta banda, Mark Knopfler, presentó su último disco Down The Road Wherever, este 16 de noviembre. A sus 69 años, su música aún conserva matices que ya podíamos percibir cuando comenzó a hacerse un hueco entre la constelación de estrellas rockeras.

De la técnica a la magia

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Knopfler cuenta en multitud de entrevistas que, cuando era joven, no pudo permitirse comprar un amplificador para tocar la guitarra eléctrica. En su lugar, aprendió y pulió la técnica del finger-picking con la acústica, característica de la música country o el folk con la que logra emular el sonido de un banjo en su guitarra. Este aparente condicionante se convertiría en su rasgo técnico más característico. Al dominar dicha destreza musical, no necesitó usar la famosa púa para sacarle sonido a sus guitarras.  Siendo zurdo pero tocando como diestro, le bastan sus dedos y su conexión con el instrumento para, como él mismo explica, «hacer que ella hable». Y es que, según Mark, las canciones nunca están terminadas hasta que habla la guitarra. Ella tiene la última palabra y puede aportar nuevas sensaciones a las composiciones. Esto se evidencia en que se ha servido de diferentes modelos para temas concretos, como la National en «Romeo and Juliet» o la Les Paul en «Money for nothing».

Una canción para dar el salto

El mayor ejemplo de esto es «Sultans of Swing», el tema más famoso del grupo y con el que se dieron a conocer, un himno del rock que ha traspasado fronteras y décadas. Pues bien, su versión original no se parecía demasiado a la que conocemos, y fue la naturaleza sonora de la guitarra Schecter Stratocaster de 1961, lo que le dio a la canción un toque diferente, aunque manteniendo la letra.  Para otras,  se sirve de verdaderas joyas como ese movimiento sobre las cuerdas que evapora el sonido y solapa unadjdjdjd nota sobre otra -tres de estas pulsadas con un único dedo- que solo podía surgir del ingenio del gran maestro. La melodía de la canción se caracteriza por su hibridez: entre el blues y el rock, con pinceladas incluso flamencas. Un sonido envolvente y una letra que narra una situación cotidiana -no por ello menos sofisticada- y que cede su puesto a la guitarra en un «solo» final que ha quedado para la historia, cuyas mejores versiones las encontramos en los conciertos en directo. «Si no hago la parte final, los espectadores dirán que no es esa la razón por la que pagan su entrada», afirma en un documental. Knopfler desempaña el sonido del instrumento y el oído de los que lo escuchan.

La trayectoria de un fenómeno

Pasaron los años y con ellos los músicos por la banda, aunque siempre permanecerían el bajista John Illsley y el propio Mark como líder. Temas como «Money for nothing», «Tunnel of love» o «Walk of Life» nos hacen percatarnos de la variedad estilística y del amplio abanico de sonidos con los que experimentó el grupo. Dire Straits fue diferente, surgió en una época adelantada a su tiempo donde el blues del que se nutre quedaba ya fuera de la escena para dejar paso a otros géneros como el punk, el heavy o el rock alternativo. No obstante, se convirtieron en fenómeno mundial de alcance masivo y continuaron ampliando su legado hasta su separación en 1995.

Siempre hago la misma pregunta a la gente joven: ¿Tus padres escuchaban a Dire Straits cuando eran jóvenes? La mayoría responde que sí, y a pesar de que no me sorprende, reconforta saber el gran número de seguidores que reunió el grupo, incluso en países de lengua extranjera como el nuestro. Es obvio que el tiempo ha pasado, pero ello no ha quebrantado la creatividad de este músico. Tras su salida del exitoso grupo, Knoplfer ha publicado otros álbumes en solitario como «Sailing to Philadephia», «The Ragpicker´s Dream», «All the Roadrunning», «Kill To Get Crimson» o «Privateering». La cuenta sigue ampliándose y con el de este año suma ya ocho álbumes en su haber y más de 120 millones de discos vendidos entre la banda y su trayectoria en solitario.

«Down The Road Wherever» es un símbolo de la vida del autor: un viaje a través de la música que se ha ido amoldando a las etapas vitales que se sucedían. Este disco sigue un línea sosegada y retrospectiva como los más recientes, pero siguen vigentes las caricias al pentagrama reproducidas por su guitarra a través de varios solos de guitarra. Es un disco para escuchar en el coche por la autopista o antes de dormir.

La voz grave inalterable, la sutileza técnica que sumerge al oyente en una odisea de agradables sonidos vuelve a los escenarios. Un auténtico artista y compositor que logró desarrollar todo su potencial y que siempre ha sido fiel a su estilo, a lo que la música despertaba en él sin dejar influenciarse por las modas. Capaz de crear una canción sobre una muchacha que aparece en televisión, o hacer una minuciosa descripción de una ciudad londinense en una melodía. Dieciséis composiciones reunidas en un mismo trabajo harán las delicias de aquellos que apreciamos la música de Knopfler. Siéntense y disfruten, regresa el sultán con su swing de las noches de viernes.

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Soy muy práctico: todo lo que aprendo quiero plasmarlo en la vida cotidiana. Curso el doble grado en Periodismo y Comunicación Audiovisual, por lo que comunicar es una de mis pasiones. Preocupado por el medio ambiente, apasionado por el arte, extrovertido por la vida… combino todo esto como puedo.


Un comentario en «Los acordes de Mark Knopfler»

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